Alemania: Terrorismo de extrema derecha y racismo cotidiano
MARTIN MROCHEN / KAOSENLARED – El juicio por los asesinatos y atentados cometidos impunemente por el grupo nazi NSU durante más de una década descubre la complicidad de las autoridades y el racismo silencioso que vive en una gran parte de la sociedad alemana.Los miembros del grupo terrorista de extrema derecha “NSU” robaron bancos y asesinaron a personas de origen extranjero desde la clandestinidad y sin ser detenidos por 13 años. Un gran círculo de ayudantes en la escena neonazi, el escandaloso fracaso de las autoridades en la investigación del caso y el racismo implícito en la sociedad alemana imposibilitaron la detención del grupo, responsable de la serie más grave de atentados y asesinatos con motivos racistas en la historia de la República Federal de Alemania.
En noviembre de 2011, los medios de comunicación en Alemania dieron a conocer por primera vez de forma pública la existencia de un grupo terrorista de extrema derecha llamado “Nationalsozialistischer Untergrund” (“NSU”), conformado por los tres neonazis Uwe Mundlos, Uwe Böhnhardt y Beate Zschäpe.
Nacido de la escena neonazi de los años noventa, este grupo asesinó a nueve personas de origen turco y griego entre los años 2000 y 2006 y a una policía alemana en el 2007. Los terroristas son responsables de varios atentados y asaltos a bancos hechos entre 1998 y 2011, cuando se suicidaron Böhnhardt y Mundlos al saber que fueron ubicados por la policía.
El mismo día detuvieron a Beate Zschäpe, poco tiempo después de que ella incendiara uno de los escondites del grupo en su ciudad de origen, Zwickau, para desaparecer las evidencias. Entre ellas, la policía encontró videos en los que el grupo se burla de sus víctimas, refiriéndose concretamente a los símbolos y a la ideología nacionalsocialista.
Surgió una fuerte indignación -no sólo en Alemania, sino a nivel internacional-cuando se dieron a conocer poco a poco los errores y la negligencia de las autoridades alemanas en la investigación de los crímenes del grupo neonazi. La pregunta que rondaba era ¿cómo es posible que un grupo terrorista nazi pudiera actuar por tanto tiempo sin ser detenido por las autoridades -en un periodo histórico de aprobación de “leyes anti-terroristas” desde los ataques al World Trade Center en septiembre de 2001?
Se hizo visible nuevamente (y esta vez, con consecuencias más fuertes) el racismo implícito en la sociedad alemana, que se expresa metafóricamente con la famosa frase “ciego del ojo derecho” (“auf dem rechten Auge blind”). Las autoridades encargadas investigaron exclusivamente en los entornos del crimen organizado -por ejemplo, de la llamada “mafia turca”, a la que declararon culpable de los actos de violencia y de los homicidios. En otros casos se habló de “conflictos familiares entre extranjeros”, sin considerar la posibilidad del involucramiento de grupos de extrema derecha. De esta manera, las mismas víctimas del terror de los neonazis fueron estigmatizadas por las autoridades del Estado.
El racismo juega un papel fundamental respecto a las condiciones que hicieron posibles los actos terroristas del grupo NSU, porque no sólo aparece como fenómeno cotidiano sino también como fenómeno estructural de la sociedad alemana.
Los miembros de NSU se radicalizaron ideológicamente sobre todo en los años noventa, cuando una fuerte coalición política conservadora se posicionó contra el derecho de asilo y generó rechazo a la inmigración. El carácter propagandístico y populista del debate en esos años llevó a una serie de actos violentos contra refugiados en varias ciudades del país. El diagnóstico de la élite política en su mayor parte no fue la confirmación de problemas de racismo, sino de “problemas con extranjeros”. No se llevó a cabo un debate amplio y plural sobre el racismo en la sociedad alemana (que todavía hace falta) como consecuencia de la violencia. Ésta es una de las condiciones que hizo posible el procedimiento del grupo neonazi NSU hasta el 2011.
En julio del mismo año, el ministro de interior alemán, Hans-Peter Friedrich – quien se mantiene en el cargo–, reaccionó a los atentados de Anders Breivik en Noruega diciendo que no veía ningún peligro directo de atentados de grupos de extrema derecha en Alemania[1]. A pesar de la existencia de muchos informantes en la escena neonazi, las autoridades no fueron capaces de descubrir las estructuras terroristas ya existentes en su entorno. Incluso, en muchos casos apoyaron indirectamente a la creación de estas mismas estructuras.
Es el caso del informante Thomas S, neonazi, ayudante al grupo NSU y amante de Beate Zschäpe. En septiembre de 2012 se supo que Thomas S fue informante de la Agencia Estatal de Investigaciones de Berlín (LKA Berlín) desde finales del año 2000 y hasta el fin del NSU, en 2011. A final de los años noventa, facilitó un kilogramo de explosivo TNT al grupo terrorista y estuvo en contacto directo con ellos. A pesar de que Thomas S comunicó lo que sabía de las reuniones conspirativas del NSU a las autoridades berlinesas, estas informaciones nunca salieron de las oficinas de la capital alemana. La comisión de investigación del caso NSU en el parlamento alemán sigue investigando el papel del informante y de las autoridades berlinesas.
Esto muestra la dimensión del fracaso de las autoridades en la investigación de los actos terroristas neonazis. El daño hecho a la confianza en el estado de derecho de la República Federal de Alemania es grave, y el sufrimiento de las víctimas no acabará hasta que se investiguen con claridad los papeles y responsabilidades de las autoridades. Las familias de las víctimas no buscan reconciliación, sino justicia. En febrero de 2013 Aysen Tasköprü, hermana de la víctima Süleyman Tasköprü, rechazó una invitación del actual presidente alemán Joachim Gauck. En un correo público exigió “aclaración en lugar de consternación”[2].
El recién comenzado proceso jurídico sobre el grupo terrorista neonazi NSU juega un papel esencial en la superación no sólo de los crímenes y asesinatos, sino también en el restablecimiento de la confianza en el estado de derecho. El juicio del tribunal se espera hasta finales de 2015; no obstante, el desafío más grande será abrir el debate amplio sobre el racismo estructural cotidiano en Alemania. ¿Cuándo se pondrá en la agenda?
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