» Diosa de la Guerra y del Amor
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Encuentran en Irak -antigua Babilonia- una puerta monumental en honor a Ishtar
Encuentran en la antigua ciudad de Babilonia, en Irak, una puerta monumental hecha de ladrillo en honor a la diosa Ishtar.
Un grupo de arqueólogos británicos halló el domingo la pieza a siete metros debajo de la tierra; la puerta, según declaraciones del responsable del proyecto, Jeff Allen, era uno de los accesos de la muralla interior de Babilonia. Aun no han podido determinar el siglo exacto de la construcción de la puerta, pero los investigadores aseguraron que se dedicaba a la diosa Ishtar, la diosa del amor, la guerra, la vida y la fertilidad.
Ishtar era miembro de una familia de dioses que se instaló hace un buen número de miles de años entre los ríos Tigris y Éufrates, actualmente Irak, antigua Mesopotamia, fundando la civilización sumeria. Esta familia es considerada como uno de los grupos de deidades más antiguos de la historia conocida de la Tierra.
El asiriólogo George Smith, en el último cuarto del siglo XIX, pudo interpretar un importante número de tablillas y cilindros babilónicos y caldeos grabados en escritura cuneiforme. Para Smith, Ishtar era una deidad relevante tanto en el Cielo como en la Tierra. Por debajo de ella estaban los Igigi o Ángeles del Cielo, y los Anunaki, o Ángeles de la Tierra. El 1976, con los estudios del ruso Zecharia Sitchin, el fondo de estas deidades -y por tanto de Ishtar- vino a tornarse más claro y entendible.
La diosa Inanna o Ishtar disponía de un medio que le permitía volar de un punto geográfico a otro con gran facilidad, tal vez por esta razón fue conocida y adorada en medio mundo. Ishtar o Astarté, astronómicamente equivale a Venus, “Reina del Cielo” y demás reinas celestes, a quien se ofrecía en sacrificio tortas y pasteles, las Kavanim (hebreo) o Cunim.
Conocida por los romanos como Venus, por los griegos como Afrodita, Astarté para los cananeos y los hebreos, Ishtar o Eshdar para los asirios, babilonios, hititas y otros pueblos de la antigüedad, Inanna, Innin o Ninni para los acadios y los sumerios, o por otros de sus muchos apodos o epítetos, ella fue, en todas las épocas, la Diosa de la Guerra y la Diosa del Amor.
El teósofo español Roso de Luna decía que, de acuerdo a la ley ocultista secreta temura, Ish-tar, leído a la inversa era la diosa Thar-sis y Diodoro Sículo hizo de ella la "Tharsis de España", la Astarté o Ishtar cantada por Cicerón, Pausianas,Sophocles, Plinio, o Plutarco. El planeta Venus, como lucero vespertino o lucero de la mañana.
Con bastante frecuencia, se representa a Ishtar como a una diosa desnuda; haciendo gala de su belleza, hay veces en que incluso se la representaba levantándose las faldas para mostrar las partes bajas de su anatomía.
Ishtar fue una mujer feroz y hermosa que, aun siendo nada más que la bisnieta de Anu, el primero entre los dioses, se ganó por sí misma y para sí misma un lugar importante entre los grandes dioses del cielo y de la Tierra. Algunos textos traducidos por Zecharia Sitchin nos dan unas marcadas pistas sobre cómo obtuvo esta posición. Inanna/Ishtar no tardó en ser conocida como «Anunitum», un apodo que significa «amada de Anu». De ella se refieren en los textos como «la sagrada amante de Anu»; y de todo esto se desprende que Inanna no sólo compartió el templo de Anu, sino también su cama -cada vez que éste venía a Uruk, o en las ocasiones en que ella subía a su Morada Celestial.
George Smith fue quien primero descubrió y tradujo laEpopeya de Gilgamesh. Este Gilgamesh fue soberano de Uruk alrededor del 2900 a.C, en parte humano y en parte divino, por ser hijo de hombre y diosa. Sitchin relata como Gilgamesh también fue objeto de la seducción de Inanna/Ishtar, aun cuando, por aquel entonces, ella ya tenía un esposo oficial: habiéndose lavado después de una batalla y habiéndose puesto «un manto con flecos, sujeto con una faja», la gloriosa Ishtar posó sus ojos en su belleza.
¡Ven, Gilgamesh, sé tú mi amante!
Ven, dame tu fruto.
Tú serás mi macho, yo seré tu hembra.
Ven, dame tu fruto.
Tú serás mi macho, yo seré tu hembra.
Con el transcurso del tiempo, a medida que asumía rangos más elevados en el panteón, y con la responsabilidad de los asuntos de estado, Inanna/Ishtar comenzó a mostrar más cualidades marciales, y a menudo se la representó como una Diosa de la Guerra, armada hasta los dientes.
Las inscripciones dejadas por los reyes asirios relatan cómo iban a la guerra por ella y bajo sus órdenes, cómo les aconsejaba directamente cuándo esperar y cuándo atacar, cómo, en ocasiones, marchaba a la cabeza de los ejércitos, y cómo, en al menos una ocasión, concedió una teofanía y se apareció ante todas las tropas. A cambio de su lealtad, ella les prometía a los reyes larga vida y éxito. «Desde una Cámara Dorada en los cielos te vigilaré», les aseguraba.
ZECHARIA SITCHIN descubrió en las tablillas cuneiformes el relato de como dos hermanos de una familia real, Enki y Enil, llegaron a la Tierra desde el espacio junto a un equipo denominado Anunakis y otro grupo, los Igigi, que quedaron en órbita. Según las traducciones de SITCHIN los Anunakis trabajaron minas de oro hasta que se rebelaron, y Enki cruzó unos homínidos primitivos terrestres con ellos mismos dando lugar a la raza humana actual, a la cual pusieron a trabajar en las minas por los Anunakis y a servirles en sus necesidades, creando un cuerpo intermediario de reyes y sacerdotes. Enki como creador de esta raza se convirtió en su protector mientras que para Enil, sucesor de Anu, el poderoso soberano de su planeta de origen, no eran bien vistos y tendía a aniquilarlos.
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