Gritos mudos contra el muro olvidado
"Flores contra minas"
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الجمهورية العربية الصحراوية الديمقراطية
Al-Ŷumhūrīyyah Al-`Arabīyyah Aṣ-Ṣaḥrāwīyyah Ad-Dīmuqrāṭīyyah
República Árabe Saharaui Democrática
Una fortificación de más de 2.000 kilómetros rodeada de minas antipersonas y custodiada por 180.000 soldados divide de norte a sur el desierto del Sáhara. A un lado quedan los territorios ocupados por Marruecos en 1975 y, al otro, los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). Frente al muro levantado por el reino alauita se manifiestan, desde hace cinco años, asociaciones, particulares, familias españolas con menores saharauis en acogida y el Frente Polisario, representante político del pueblo saharaui.
Este año, coincidiendo con la jornada mundial contra las minas antipersona, la Asociación Saharaui de Víctimas de Minas (ASAVIM) aprovechó la cita para denunciar la vigencia de las municiones que utiliza Marruecos a lo largo de la línea divisoria trazada en 1980, en plena guerra entre el reino de Hasán II y el Frente Polisario tras abandonar España el territorio. A escasos 400 metros del territorio minado, un grupo de hombres mutilados descubrieron, el pasado viernes, sus piernas ortopédicas que sustituyen a las que perdieron por culpa de una munición prohibida por el Tratado de Ottawa, en vigor desde el 1 de marzo de 1999. "Venimos a manifestarnos para que las organizaciones internacionales presionen a Marruecos para que ratifique el tratado y deje de ser una máquina de sembrar minas", aclara Ahmed Sidali, presidente de la ASAVIM y víctima de la explosión de un artefacto por el que pasó el coche en el que viajaba, el 16 de enero de 1979. Aquel día, a consecuencia del estallido, perdió un brazo y las dos piernas y murió un ocupante del vehículo.
"Estimamos que hay cerca de siete millones, pero la cifra real puede alcanzar los diez millones, lo que convierte esta zona es una de las más contaminadas del mundo", explica Sidali, apostado a escasos dos metros de un círculo de piedras que señaliza un punto que podría albergar una mina antipersona. "Esta zona está plagada", advierte.
Sobre el origen de estas municiones, el ministro saharaui de Cooperación, Hach Ahmed, asegura que no todas son de la etapa bélica, entre 1975 y 1991. "Tenemos constancia de la existencia de minas antipersonas muy modernas, lo que nos lleva a considerar que Marruecos sigue sembrando estos artefactos". Interrogado sobre la adquisición de estas minas, Ahmed se limita a sugerir que el reino de Mohamed VI "tiene convenios militares con países como Estados Unidos, Francia y España".
La manifestación de rechazo al muro, denominado por los saharauis como "de la vergüenza", supone, a juicio del ministro de Cooperación "un acto masivo, con presencia de cerca de 1.000 personas, para denunciar la afrenta a la dignidad humana que significa la existencia de un muro de estas características en pleno siglo XXI". El político saharaui también apunta a la responsabilidad española sobre el territorio: "España sigue siendo la potencia administradora del Sáhara por lo que el Gobierno español podría considerar este muro como una fortificación levantada en una provincia española más". Ahmed se refiere de este modo a la resolución S/2002/161 de Naciones Unidas que niega la transferencia de soberanía del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania a través de los acuerdos tripartitos firmados en Madrid en 1975.
Desminado de terrenos "liberados"
Con todo, son las propias asociaciones las que destinan esfuerzos a las labores de desminado de las zonas próximas al muro en colaboración con el gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y el Frente Polisario. Hasta la fecha, la organización británica Action on Armed Violence ha rastreado más de 21 millones de metros cuadrados yneutralizado cerca de 22.000 explosivos en las zonas bajo dominio del Polisario.
El director del programa que esta organización tiene en el Sáhara Occidental, Ahmed Sidi Ali, indicó en una reciente charla celebrada en el campamento de refugiados '27 de Febrero' que los nuevos mecanismos para el barrido de minas les han llevado a una limpieza del 70% de los artefactos ubicados al norte de la zona conocida por los saharauis como "territorios liberados" y por Marruecos como "zona defensiva" [terreno bajo protección del Frente Polisario]. "Toda la parte sur de la zona liberada está limpia de minas; el problema está en la franja que queda a cinco kilómetros del muro, ya que es una zona neutral, con el paso prohibido a militares, y Marruecos no nos permite pasar a desminarla a pesar de que los civiles sí transitan por ahí y siguen siendo víctimas de las minas", explica Sidi Ali.
A finales de mayo está previsto que la organización británica de a conocer el número de víctimas que han provocado las minas alrededor de la muralla marroquí.
Las historias que aglutina el muro
Frente a la fortificación minada se dan cita cada año desde hace un lustro los relatos de la ocupación marroquí sobre el Sáhara Occidental. Al encuentro de este año acudió el encargado de protocolo en el campamento de Smara Mohamed Mustafa Sorku, quien secundó la protesta "para exigir el fin de un muro que divide el Sáhara y pretende eliminar la identidad cultural saharaui". "España debe reconocer y trabajar por los principios de nuestro pueblo ya que fue la primera potencia colonizadora del territorio". Sorku formó parte de las incipientes operaciones militares del recién creado Frente Polisario en 1974. En una de estas acciones que les enfrentaban a la policía franquista del Sáhara Occidental perdió un ojo. "Se trataba de una pequeña operación para reivindicar la independencia y terminó con dos saharauis heridos y otros tres muertos", recuerda.
Zain Alal, soldado retirado del Polisario, aún recuerda a Don Rafael, el director de la escuela La Paz a la que acudía de niño en El Aaiún español. De regreso tras la protesta ante el muro, Alal, de 40 años, rememora su participación en los últimos años de la contienda. "Estaba en un grupo donde nos dedicábamos a robar material a las tropas de Marruecos", explica. Su padre, que prestó servicio como policía saharaui en la etapa española, murió en la guerra el 12 de febrero de 1980. Ahora Alal colabora en las labores de localización de minas antipersonas alrededor del muro.
Las palabras de ánimo las ponen los españoles que estos días acuden a los campamentos y que también participan en la protesta frente al muro. El gobierno de la RASD estima que este año, cerca de 400 extranjeros se han sumado al acto de protesta. Luis Cruz, miembro de una asociación de Huelva, denunció el abandono de los diferentes gobiernos españoles en la cuestión del Sáhara: "Tenemos una deuda moral e histórica con este pueblo y es vergonzoso que una de las primeras cosas que haya hecho Rajoy nada más llegar a la presidencia sea reunirse con el rey de Marruecos".
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Al-Ŷumhūrīyyah Al-`Arabīyyah Aṣ-Ṣaḥrāwīyyah Ad-Dīmuqrāṭīyyah
República Árabe Saharaui Democrática
SIETE MILLONES DE MINAS SEPARAN AL PUEBLO SAHARAUI
Centenares de personas junto con asociaciones de víctimas se concentraron frente al muro minado levantado por Marruecos para dividir el Sáhara Occidental
PATRICIA CAMPELO Campamento '27 Febrero' (Argelia) 10/04/2012 11:04 Actualizado: 10/04/2012 11:16
Una fortificación de más de 2.000 kilómetros rodeada de minas antipersonas y custodiada por 180.000 soldados divide de norte a sur el desierto del Sáhara. A un lado quedan los territorios ocupados por Marruecos en 1975 y, al otro, los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). Frente al muro levantado por el reino alauita se manifiestan, desde hace cinco años, asociaciones, particulares, familias españolas con menores saharauis en acogida y el Frente Polisario, representante político del pueblo saharaui.
Este año, coincidiendo con la jornada mundial contra las minas antipersona, la Asociación Saharaui de Víctimas de Minas (ASAVIM) aprovechó la cita para denunciar la vigencia de las municiones que utiliza Marruecos a lo largo de la línea divisoria trazada en 1980, en plena guerra entre el reino de Hasán II y el Frente Polisario tras abandonar España el territorio. A escasos 400 metros del territorio minado, un grupo de hombres mutilados descubrieron, el pasado viernes, sus piernas ortopédicas que sustituyen a las que perdieron por culpa de una munición prohibida por el Tratado de Ottawa, en vigor desde el 1 de marzo de 1999. "Venimos a manifestarnos para que las organizaciones internacionales presionen a Marruecos para que ratifique el tratado y deje de ser una máquina de sembrar minas", aclara Ahmed Sidali, presidente de la ASAVIM y víctima de la explosión de un artefacto por el que pasó el coche en el que viajaba, el 16 de enero de 1979. Aquel día, a consecuencia del estallido, perdió un brazo y las dos piernas y murió un ocupante del vehículo.
"Estimamos que hay cerca de siete millones, pero la cifra real puede alcanzar los diez millones, lo que convierte esta zona es una de las más contaminadas del mundo", explica Sidali, apostado a escasos dos metros de un círculo de piedras que señaliza un punto que podría albergar una mina antipersona. "Esta zona está plagada", advierte.
Sobre el origen de estas municiones, el ministro saharaui de Cooperación, Hach Ahmed, asegura que no todas son de la etapa bélica, entre 1975 y 1991. "Tenemos constancia de la existencia de minas antipersonas muy modernas, lo que nos lleva a considerar que Marruecos sigue sembrando estos artefactos". Interrogado sobre la adquisición de estas minas, Ahmed se limita a sugerir que el reino de Mohamed VI "tiene convenios militares con países como Estados Unidos, Francia y España".
La manifestación de rechazo al muro, denominado por los saharauis como "de la vergüenza", supone, a juicio del ministro de Cooperación "un acto masivo, con presencia de cerca de 1.000 personas, para denunciar la afrenta a la dignidad humana que significa la existencia de un muro de estas características en pleno siglo XXI". El político saharaui también apunta a la responsabilidad española sobre el territorio: "España sigue siendo la potencia administradora del Sáhara por lo que el Gobierno español podría considerar este muro como una fortificación levantada en una provincia española más". Ahmed se refiere de este modo a la resolución S/2002/161 de Naciones Unidas que niega la transferencia de soberanía del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania a través de los acuerdos tripartitos firmados en Madrid en 1975.
Desminado de terrenos "liberados"
Con todo, son las propias asociaciones las que destinan esfuerzos a las labores de desminado de las zonas próximas al muro en colaboración con el gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y el Frente Polisario. Hasta la fecha, la organización británica Action on Armed Violence ha rastreado más de 21 millones de metros cuadrados yneutralizado cerca de 22.000 explosivos en las zonas bajo dominio del Polisario.
El director del programa que esta organización tiene en el Sáhara Occidental, Ahmed Sidi Ali, indicó en una reciente charla celebrada en el campamento de refugiados '27 de Febrero' que los nuevos mecanismos para el barrido de minas les han llevado a una limpieza del 70% de los artefactos ubicados al norte de la zona conocida por los saharauis como "territorios liberados" y por Marruecos como "zona defensiva" [terreno bajo protección del Frente Polisario]. "Toda la parte sur de la zona liberada está limpia de minas; el problema está en la franja que queda a cinco kilómetros del muro, ya que es una zona neutral, con el paso prohibido a militares, y Marruecos no nos permite pasar a desminarla a pesar de que los civiles sí transitan por ahí y siguen siendo víctimas de las minas", explica Sidi Ali.
A finales de mayo está previsto que la organización británica de a conocer el número de víctimas que han provocado las minas alrededor de la muralla marroquí.
Las historias que aglutina el muro
Frente a la fortificación minada se dan cita cada año desde hace un lustro los relatos de la ocupación marroquí sobre el Sáhara Occidental. Al encuentro de este año acudió el encargado de protocolo en el campamento de Smara Mohamed Mustafa Sorku, quien secundó la protesta "para exigir el fin de un muro que divide el Sáhara y pretende eliminar la identidad cultural saharaui". "España debe reconocer y trabajar por los principios de nuestro pueblo ya que fue la primera potencia colonizadora del territorio". Sorku formó parte de las incipientes operaciones militares del recién creado Frente Polisario en 1974. En una de estas acciones que les enfrentaban a la policía franquista del Sáhara Occidental perdió un ojo. "Se trataba de una pequeña operación para reivindicar la independencia y terminó con dos saharauis heridos y otros tres muertos", recuerda.
Zain Alal, soldado retirado del Polisario, aún recuerda a Don Rafael, el director de la escuela La Paz a la que acudía de niño en El Aaiún español. De regreso tras la protesta ante el muro, Alal, de 40 años, rememora su participación en los últimos años de la contienda. "Estaba en un grupo donde nos dedicábamos a robar material a las tropas de Marruecos", explica. Su padre, que prestó servicio como policía saharaui en la etapa española, murió en la guerra el 12 de febrero de 1980. Ahora Alal colabora en las labores de localización de minas antipersonas alrededor del muro.
Las palabras de ánimo las ponen los españoles que estos días acuden a los campamentos y que también participan en la protesta frente al muro. El gobierno de la RASD estima que este año, cerca de 400 extranjeros se han sumado al acto de protesta. Luis Cruz, miembro de una asociación de Huelva, denunció el abandono de los diferentes gobiernos españoles en la cuestión del Sáhara: "Tenemos una deuda moral e histórica con este pueblo y es vergonzoso que una de las primeras cosas que haya hecho Rajoy nada más llegar a la presidencia sea reunirse con el rey de Marruecos".
publico.es
Daha Bulahe en el campo de refugiados de Dajla / Gabriela Sánchez.
Aquel artefacto era diferente. Daha había desenterrado otros muchos a lo largo del mes y medio de voluntariado en la zona de Tifariti, pero este no era como los anteriores. "Salía líquido de su interior. Sabía que no estaba seguro, aunque tardé en lanzarlo para atrás". El tiempo, su consciencia y su memoria se frenaron por unos segundos. Y despertó: estaba de pie al lado de un arbol, su mano sangraba. Después de años de trabajo junto a las víctimas mutiladas por minas antipersona, le habían convertido en una de ellas.
Daha Bulahe es una de las 2.500 personas que, según la Organización Acción contra la Violencia Armada, han sufrido los ataques de los millones de minas desperdigadas en los alrededores del segundo muro más grande del mundo. "Solo sé que la lancé antes de su explosión. Si no, las heridas hubiesen alcanzado el resto de mi cuerpo", relata en una conversación mantenida con eldiario.es frente a una de las jaimas de sensibilización levantadas con motivo del Festival de Cine del Sáhara (FiSahara).
Además de trabajar como administrativo en el centro para heridos de guerra Mártir El Sheriff de Rabuni, Daha participaba en un grupo de voluntarios de los campamentos formados para desactivar estos pequeños asesinos materiales de saharauis. Aquel día perdió todos los dedos de su mano derecha. "El coche se averió por el camino y tardamos tres días en llegar al Hospital de Argel. Perdí mucha sangre".
En sus cinco meses de ingreso las complicaciones se acumulaban en su cuerpo y en su mente. "Al principio no quería relacionarme con gente, tenía mucho miedo. Pensé que no podría trabajar más, me daba vergüenza. Pensé muchas cosas que en realidad no eran", dice Daha. Con el tiempo le ofrecieron un empleo y se dedicó por completo a la lucha contra las bombas escondidas en el desierto. Hoy trabaja en la Asociación Saharaui de las Víctimas de Minas Antipersonas (ASAVIM).
Tiene 53 años, pero sus cinco décadas han dado para demasiado. Su estropeado rostro lo desvela. Nació en El Aiún. "En El Aiúnn, El Aiún. En el de verdad, en el nuestro, en el Sáhara Occidental", se apresura a matizar, como suelen hacerlo muchos saharauis cuando hablan de las ciudades cuyo nombre coincide con el de alguno de los campamentos de refugiados situados en el desierto argelino. Aquellas ciudades que no pisan desde hace casi cuarenta años.
Tenía 15 años cuando empezó a luchar con el ejército del Frente Polisario contra la ocupación marroquí. "Vi muchas cosas que nunca hubiese querido ver", rememora Daha, mientras trata de olvidar. "Todo cambió de manera radical. Mi familia y yo vivíamos en el Sáhara Occidental de forma acomodada pero con la llegada de los marroquíes se acabó todo", explica Daha quien en la actualidad vive en el campo de refugiados de Auserd (Tindouf, Argelia). En Auserd, Auserd, no. En el de "mentira". A la espera del referéndum de autodeterminación prometido por la ONU en 1991.
Hoy en día varias organizaciones trabajan en la desactivación de las minas, entre ellas la Acción contra la Violencia Armada que desde 2006 identifica los campos de minas que representan un peligro potencial para el pueblo saharaui, proceden a su eliminación gracias a equipos especializados sobre el terreno y aportan formación sobre la remoción de los artefactos.
Minas entipersonas localizadas en las proximidades del muro / Plataforma gritos contra el muro
Daha Bulahe arriesgó su vida en 1994 por intentar despejar de bombas los alrededores del muro de 2.700 kilómetros que separa los territorios ocupados por Marruecos de los liberados. Recientemente han surgido otros grupos de activistas que se acercan cada vez más al "muro de la vergüenza".
El colectivo juvenil "Grito contra el muro" busca alzar la voz contra una de las barreras más silenciadas. Con este objetivo nacieron en enero de 2013 cuando realizaron la primera manifestación frente al muro. La idea es hacer una protesta cada mes y, por el momento, la cumplen. "Al principio no teníamos experiencia y hacíamos la concentración muy alejados, pero vimos que nuestros gritos no llegaban a los soldados marroquíes ni a la Minurso -la misión de la ONU para el Sáhara Occidental- y cada día nos acercamos más", explica Alimajtan, uno de los activistas.
Su intención es instalar en el muro una bandera saharaui. Conocen los riesgos. "¿Qué vamos a temer? ¿Qué podemos hacer? Tenemos que romper el silencio. Todo el mundo menciona todos los muros menos el nuestro. Si morimos, morimos por nuestra causa", continúa. Denuncian agresiones por parte de la policía marroquí y la "indiferencia de la Minurso". "Están siempre a su lado, ven que disparan hacia la gente que se manifiesta pacíficamente y no hacen nada para evitarlo", asegura. "Nosotros por ahora seguimos en la línea de la lucha pacífica pero ellos también lo deben ser".
Manifestación de junio de la Plataforma Gritos contra el muro en las cercanías del muro/ Fotografía: Plataforma Gritos ontra el muro
Gritan, pero también siembran. Otra de las ideas surgidas para visibilizar el muro y las minas que lo rodean viene de la mano de Mould Yeslem, pintor saharaui que tiene como objetivo plantar una flor en cada mina. Las flores, de lana o tela, están hechas por diferentes personas que han querido colaborar de forma altruista en la creación de una rosa personalizada. "Es otra forma de decir 'basta ya'. Con esas flores exigimos nuestros derechos", dice el creador de la idea, Moulud Yeslem.
Gritan, siembran, cuentan su historia. Buscan llamar la atención, hacerlo como sea. Se sienten ignorados y muchos de los miembros de organizaciones de derechos humanos saharauis ruegan ser escuchados. "Aprovechamos el FiSahara como ventana al mundo, acordaos de nosotros. Tenemos muchas ideas pero no podemos hacerlas para nada, necesitamos repercusión", decía al despedirse uno de los activistas saharauis que claman la eliminación del muro de la vergüenza.
Nota: Esta cobertura de eldiario.es en el Sáhara es posible por la invitación de FiSahara. La organización del festival corre con los gastos del viaje.
Uno de ellos es el pintor Moulud Yeslem. Tiene 36 años, estudió en Cuba y a su vuelta creó con su hermano un centro de arte. Fue a los territorios ocupados, vio el muro y le impresionó mucho. Desde entonces no dejó de pensar en qué podía hacer él como artista. Primero organizó una exposición de pintura itinerante por España, pero le pareció insuficiente. También hizo un documental titulado Aquel día, sobre cómo le cambia la vida a una persona el día que pisa una mina antipersona. Ahora ha puesto en marcha un proyecto que consiste en poner una flor de papel por cada mina. Lo explica así: “La idea es pedirle a la gente que fabrique una flor para llevarla al muro que separa el Sáhara y sembrarla para sustituir una mina. El objetivo es conseguir diez millones de estas flores para crear una línea de 2.700 kilómetros, donde hay unos diez millones de minas. Empezamos el pasado 23 de abril y lo hemos llevado a cuatro ciudades españolas y ya hemos logrado 5.500 flores. En Gavà, cerca de Barcelona, conseguimos 3.500 flores con la implicación del Ayuntamiento”. Con motivo del Festival de Cine del Sáhara (FiSáhara), llevó 500 flores a la zona sembrada de minas, que plantó junto con la teniente de alcalde de Gavà, Emma Blanco.
Marruecos controla la zona al oeste de este muro que construyó, mientras el territorio al otro lado –que es un 35% del total– está en manos del Frente Polisario. El muro está vigilado por el ejército marroquí. Tiene trincheras, alambradas de espinos y una extensa franja sembrada de minas antipersona y anticarro. Se calcula que existen entre 7 y 10 millones de artefactos, muchos de ellos de fabricación española. Marruecos no ha firmado el tratado internacional contra esas minas.
“El muro debe desaparecer y las minas también. El Polisario hizo un acuerdo con Suráfrica para desactivarlas, pero el lugar donde están las minas es una zona neutral, donde no tienen competencia ni Marruecos ni el Polisario, sólo la tiene la ONU, y ésta no se implica. Otro problema es que las minas están colocadas muy cerca de la superficie y, a diferencia de otros terrenos, la lluvia caída en la arena del desierto provoca que la mina se desplace y vaya a otros lugares, incluso a partes donde se ha desminado”, explica Yeslem.
La idea del activista es implicar a la sociedad catalana en el día de San Jordi para conseguir un millón de flores de papel y tela. Para ello, una de las ideas ya enseñadas por Moulud Yeslem es dejar en el suelo unos papeles con la fotografía de un mina para que la gente las pise. El saharaui explica que mucha gente tiene demasiada prisa y no quiere escuchar las explicaciones de los activistas. Cree que, sin embargo, si los transeúntes se marchan con uno de esos papeles pegados a la suela del zapato, al quitarlo descubrirán un mensaje que dice: “Si ésta fuera una mina real, usted estaría mutilado”.
Yeslem también quiere implicar a activistas marroquíes, no sólo saharauis. Se trata de “romper también el otro muro, el muro de la información”. Por su parte, Blanco, la edil de Gavà, señala que su idea es “contactar con mujeres y gente mayor que hacen manualidades, como las mantelerías. Les proponemos que monten un taller para enseñar a la gente a hacer las flores y al final terminan explicando el proyecto a sus vecinos”.
Salah Amaidan Hmatou nació en 1982 en El Aaiún ocupado. Un día una comisión marroquí que tenía la misión de elegir al mejor corredor del Sáhara fue a su casa para presionarle a él y a su padre para que formara parte de la selección oficial marroquí de atletismo. “Todo lo que dice el gobierno marroquí es obligatorio; por eso mi padre tuvo que aceptar. La política marroquí quiso hacer propaganda con ello; quiso aprovechar el deporte para vender que la inserción es aceptada por los saharauis”, recuerda Hmatou. Durante el tiempo que estuvo en Marruecos –fue allí con 13 años– años, sintió el odio y la marginación por ser saharaui, relata. A la vuelta en los territorios ocupados del Sáhara, fue detenido durante la intifada de 1999 y sometido a tres días de interrogatorios. Al haber sido integrante del equipo nacional de atletismo, hubo presiones desde algunas instituciones para liberarlo a cambio de que volviera a Marruecos y a los entrenamientos.
En 2003 mejoró su propio récord en 10.000 metros y fue seleccionado para competiciones internacionales en representación de Marruecos. “Entonces pensé en aprovechar esta oportunidad para expresar la situación que viven los saharauis. Se trata de una idea exclusivamente personal fruto de la indignación”, aclara.
En una competición internacional en la localidad francesa de Agde, el 4 de abril de 2004, cuando quedaban 200 metros para llegar como primer clasificado a la meta, sacó una bandera saharaui y recorrió la distancia ondeando la insignia. Repitió el gesto en otra competiciación, en la que llegó segundo, esta vez con una camiseta saharaui. Comenzaron las represalias y amenazas por teléfono desde la embajada marroquí en Francia y también contra su familia en los territorios ocupados. Todos sus parientes fueron despedidos de sus trabajos. Hmatou nunca pudo volver a Marruecos. Desde 2004 vive en Francia como asilado político.
“Mi fama –afirma– es una oportunidad para expresar las dificultades por las que atraviesan los saharauis y también para denunciar la ocupación ilegal del Sáhara por parte de Marruecos. Quiero llevar ese mensaje a la opinión pública francesa y al gobierno francés que apoya esa ocupación. Los medios de comunicación franceses nunca hablan de las zonas ocupadas. Mi objetivo es competir donde haya mucho público para poder llevar el mensaje del pueblo saharaui”.
El documental The runner (Corredor de fondo), protagonizado por el propio Hmatou, cuenta su particular historia. “La película simboliza la continuidad de una lucha”, afirma, “porque allí donde he estado compitiendo he defendido una causa y, mediante la película, se puede seguir viendo y escuchando nuestro testimonio”.
Gritos y cámaras contra el muro
En los campamentos de refugiados en Tinduf, en territorio argelino, nació y se crió Omar Hassena Ahreyem, que luego se licenció en Cuba. Después, volvió a los campamentos donde ahora dirige el único centro de menores. Es miembro de la plataforma Gritos contra el Muro Marroquí, un grupo juvenil voluntario que, según afirma, “mediante acciones pacíficas, intenta derribar el muro más largo del mundo, a la vez que se esfuerza en hacer este muro visible para el resto de la comunidad internacional”. La plataforma fue fundada el 1 de enero de 2003 con tan solo 37 personas. Ahora ya son cientos. Lo dirigen ocho jóvenes, cuatro de los campamentos y cuatro de la diáspora, que van rotando cada cuatro meses.
El colectivo convoca manifestaciones todos los meses en la parte liberada del muro, a apesar del riesgo que suponen los miles de minas antipersona y antitanque colocadas por Marruecos. “De ese modo, recordamos a los marroquíes que están custodiando un terreno que no es suyo”, cuenta Ahreyem. “A través de altavoces, globos o cartas le decimos al ejército marroquí que somos pacíficos y que queremos un diálogo para la paz. Sabemos que ellos no tienen un mandato político pero queremos sensibilizarles desde el punto de vista humano. Al mismo tiempo, los cascos azules comprueban que somos pacíficos”.
Los cuatro líderes de la plataforma en la diáspora saharaui hacen visible el muro en el exterior a través de manifestaciones y movilizaciones frente a embajadas y consulados marroquíes en el extranjero. Tienen previsto organizarse también en las zonas ocupadas del Sáhara, a pesar de la represión del gobierno marroquí.
En 2009 un grupo de jóvenes periodistas saharauis creó la televisión RADS TV. Hoy son once profesionales, cuatro mujeres y siete hombres, que trabajan en las zonas ocupadas de forma clandestina. Con frecuencia son apresados y encarcelados durante días, o bien les confiscan sus cámaras. Uno de ellos es Tahar Sidi Hamdi. Cuando era estudiante universitario, en 2003, le encarcelaron y sufrió torturas. Lo colgaron boca abajo y lo tuvieron tres días sin dormir mientras diferentes equipos se relevaban en el interrogatorio. Desde la televisión emiten seis horas al día a pesar de que les han expulsado de muchos satélites, tanto europeos como árabes. “A los corresponsales internacionales que están en Rabat no les dan autorización para ir a los territorios ocupados y ver lo que sucede”, denuncia Hamdi. “De ahí la importancia de nuestro trabajo a la hora de sacar a la luz la represión marroquí en las zonas ocupadas. Queremos que la comunidad internacional, en especial Francia, presione a Marruecos para que permita a los periodistas que entren y vean lo que sucede en los territorios ocupados”.
Trabas en la universidad marroquí
Mohamed Elbachir Lansar tiene 25 años. Es un activista saharaui en la Universidad Ibn Zohr, en la ciudad marroquí de Agadir. Junto con otros compatriotas intenta realizar actividades culturales y sociales relacionadas con el Sáhara en la universidad. “Cuando los saharauis intentamos festejar nuestros aniversarios, los marroquíes toman militarmente las universidades para impedirlo. Prohíben cualquier actividad prosaharaui en la universidad. Si hacemos una exposición de fotos, nos la prohíben”, denuncia. A Elbachir le han detenido varias veces, le han torturado y abandonado en un descampado a varios kilómetros fuera de la ciudad.
Según afirma, a los saharauis no les permiten “apuntarse a algunas especialidades universitarias como magisterio, salud o aviación”. Lansar denuncia que en los territorios ocupados está prohibido abrir universidades. “El objetivo es que no aumente el nivel de formación de la población”, afirma.
Los protagonistas de este reportaje son jóvenes saharauis que han nacido y crecido bajo la ocupación marroquí. Sobreviven, igual que su nación, dispersos en el Sáhara ocupado por Marruecos, en los campos de refugiados en territorio argelino, en las zonas liberadas o exiliados en otros países. Pero, como señala Omar Hassena, “con la sensación de que nuestra vida no vale nada. Se malgasta sin futuro ni perspectiva”. Su indignación ante los sucesivos gobiernos españoles que los han abandonado, los franceses que apoyan a Marruecos y Naciones Unidas que los desprecia e ignora, no para de aumentar. Son francotiradores pacíficos… por ahora. El Polisario firmó hace más de 20 años una tregua a cambio de la promesa de un referéndum que nunca llega. Los líderes saharauis cada vez tienen más difícil convencer a estas nuevas generaciones de que la salida debe ser pacífica y la paciencia infinita.
lamarea.com
© Elisa Pavón / Fotos: Joaquin Tornero Fuente: Dales Voz a Las Victimas
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Gritos mudos contra el muro olvidado
Al menos 2.500 personas han sufrido los ataques de las minas antipersona colocadas en los alrededores del muro de 2.700 kilómetros que separa los territorios saharauis ocupados por Marruecos de los liberados.
Diversos colectivos realizan acciones para llamar la atención sobre esta problemática, mientras que el trabajo de desactivar los artefactos corre a cargo de organizaciones independientes.
Daha Bulahe en el campo de refugiados de Dajla / Gabriela Sánchez.
Aquel artefacto era diferente. Daha había desenterrado otros muchos a lo largo del mes y medio de voluntariado en la zona de Tifariti, pero este no era como los anteriores. "Salía líquido de su interior. Sabía que no estaba seguro, aunque tardé en lanzarlo para atrás". El tiempo, su consciencia y su memoria se frenaron por unos segundos. Y despertó: estaba de pie al lado de un arbol, su mano sangraba. Después de años de trabajo junto a las víctimas mutiladas por minas antipersona, le habían convertido en una de ellas.
Daha Bulahe es una de las 2.500 personas que, según la Organización Acción contra la Violencia Armada, han sufrido los ataques de los millones de minas desperdigadas en los alrededores del segundo muro más grande del mundo. "Solo sé que la lancé antes de su explosión. Si no, las heridas hubiesen alcanzado el resto de mi cuerpo", relata en una conversación mantenida con eldiario.es frente a una de las jaimas de sensibilización levantadas con motivo del Festival de Cine del Sáhara (FiSahara).
En sus cinco meses de ingreso las complicaciones se acumulaban en su cuerpo y en su mente. "Al principio no quería relacionarme con gente, tenía mucho miedo. Pensé que no podría trabajar más, me daba vergüenza. Pensé muchas cosas que en realidad no eran", dice Daha. Con el tiempo le ofrecieron un empleo y se dedicó por completo a la lucha contra las bombas escondidas en el desierto. Hoy trabaja en la Asociación Saharaui de las Víctimas de Minas Antipersonas (ASAVIM).
Tiene 53 años, pero sus cinco décadas han dado para demasiado. Su estropeado rostro lo desvela. Nació en El Aiún. "En El Aiúnn, El Aiún. En el de verdad, en el nuestro, en el Sáhara Occidental", se apresura a matizar, como suelen hacerlo muchos saharauis cuando hablan de las ciudades cuyo nombre coincide con el de alguno de los campamentos de refugiados situados en el desierto argelino. Aquellas ciudades que no pisan desde hace casi cuarenta años.
Tenía 15 años cuando empezó a luchar con el ejército del Frente Polisario contra la ocupación marroquí. "Vi muchas cosas que nunca hubiese querido ver", rememora Daha, mientras trata de olvidar. "Todo cambió de manera radical. Mi familia y yo vivíamos en el Sáhara Occidental de forma acomodada pero con la llegada de los marroquíes se acabó todo", explica Daha quien en la actualidad vive en el campo de refugiados de Auserd (Tindouf, Argelia). En Auserd, Auserd, no. En el de "mentira". A la espera del referéndum de autodeterminación prometido por la ONU en 1991.
Hoy en día varias organizaciones trabajan en la desactivación de las minas, entre ellas la Acción contra la Violencia Armada que desde 2006 identifica los campos de minas que representan un peligro potencial para el pueblo saharaui, proceden a su eliminación gracias a equipos especializados sobre el terreno y aportan formación sobre la remoción de los artefactos.
Minas entipersonas localizadas en las proximidades del muro / Plataforma gritos contra el muro
Daha Bulahe arriesgó su vida en 1994 por intentar despejar de bombas los alrededores del muro de 2.700 kilómetros que separa los territorios ocupados por Marruecos de los liberados. Recientemente han surgido otros grupos de activistas que se acercan cada vez más al "muro de la vergüenza".
El colectivo juvenil "Grito contra el muro" busca alzar la voz contra una de las barreras más silenciadas. Con este objetivo nacieron en enero de 2013 cuando realizaron la primera manifestación frente al muro. La idea es hacer una protesta cada mes y, por el momento, la cumplen. "Al principio no teníamos experiencia y hacíamos la concentración muy alejados, pero vimos que nuestros gritos no llegaban a los soldados marroquíes ni a la Minurso -la misión de la ONU para el Sáhara Occidental- y cada día nos acercamos más", explica Alimajtan, uno de los activistas.
Su intención es instalar en el muro una bandera saharaui. Conocen los riesgos. "¿Qué vamos a temer? ¿Qué podemos hacer? Tenemos que romper el silencio. Todo el mundo menciona todos los muros menos el nuestro. Si morimos, morimos por nuestra causa", continúa. Denuncian agresiones por parte de la policía marroquí y la "indiferencia de la Minurso". "Están siempre a su lado, ven que disparan hacia la gente que se manifiesta pacíficamente y no hacen nada para evitarlo", asegura. "Nosotros por ahora seguimos en la línea de la lucha pacífica pero ellos también lo deben ser".
Manifestación de junio de la Plataforma Gritos contra el muro en las cercanías del muro/ Fotografía: Plataforma Gritos ontra el muro
Gritan, pero también siembran. Otra de las ideas surgidas para visibilizar el muro y las minas que lo rodean viene de la mano de Mould Yeslem, pintor saharaui que tiene como objetivo plantar una flor en cada mina. Las flores, de lana o tela, están hechas por diferentes personas que han querido colaborar de forma altruista en la creación de una rosa personalizada. "Es otra forma de decir 'basta ya'. Con esas flores exigimos nuestros derechos", dice el creador de la idea, Moulud Yeslem.
Gritan, siembran, cuentan su historia. Buscan llamar la atención, hacerlo como sea. Se sienten ignorados y muchos de los miembros de organizaciones de derechos humanos saharauis ruegan ser escuchados. "Aprovechamos el FiSahara como ventana al mundo, acordaos de nosotros. Tenemos muchas ideas pero no podemos hacerlas para nada, necesitamos repercusión", decía al despedirse uno de los activistas saharauis que claman la eliminación del muro de la vergüenza.
Nota: Esta cobertura de eldiario.es en el Sáhara es posible por la invitación de FiSahara. La organización del festival corre con los gastos del viaje.
Francotiradores pacíficos Saharauis
TINDUF (ARGELIA) Y SÁHARA OCCIDENTAL
Cuando la lucha de un pueblo se alarga durante 40 años, y la organización político-armada que la lideraba lleva veinte años de tregua después de que le fuera prometida una salida pacífica del conflicto que resultó ser mentira, los ciudadanos adoptan formas de lucha de todo tipo. Es lo que ha sucedido con el pueblo saharaui. Su reivindicación de independencia se remonta a finales de los años 60 y la tregua entre el Frente Polisario y el ejército de Marruecos, a 1991.Marruecos controla la zona al oeste de este muro que construyó, mientras el territorio al otro lado –que es un 35% del total– está en manos del Frente Polisario. El muro está vigilado por el ejército marroquí. Tiene trincheras, alambradas de espinos y una extensa franja sembrada de minas antipersona y anticarro. Se calcula que existen entre 7 y 10 millones de artefactos, muchos de ellos de fabricación española. Marruecos no ha firmado el tratado internacional contra esas minas.
“El muro debe desaparecer y las minas también. El Polisario hizo un acuerdo con Suráfrica para desactivarlas, pero el lugar donde están las minas es una zona neutral, donde no tienen competencia ni Marruecos ni el Polisario, sólo la tiene la ONU, y ésta no se implica. Otro problema es que las minas están colocadas muy cerca de la superficie y, a diferencia de otros terrenos, la lluvia caída en la arena del desierto provoca que la mina se desplace y vaya a otros lugares, incluso a partes donde se ha desminado”, explica Yeslem.
La idea del activista es implicar a la sociedad catalana en el día de San Jordi para conseguir un millón de flores de papel y tela. Para ello, una de las ideas ya enseñadas por Moulud Yeslem es dejar en el suelo unos papeles con la fotografía de un mina para que la gente las pise. El saharaui explica que mucha gente tiene demasiada prisa y no quiere escuchar las explicaciones de los activistas. Cree que, sin embargo, si los transeúntes se marchan con uno de esos papeles pegados a la suela del zapato, al quitarlo descubrirán un mensaje que dice: “Si ésta fuera una mina real, usted estaría mutilado”.
Yeslem también quiere implicar a activistas marroquíes, no sólo saharauis. Se trata de “romper también el otro muro, el muro de la información”. Por su parte, Blanco, la edil de Gavà, señala que su idea es “contactar con mujeres y gente mayor que hacen manualidades, como las mantelerías. Les proponemos que monten un taller para enseñar a la gente a hacer las flores y al final terminan explicando el proyecto a sus vecinos”.
El campeón saca la bandera
En 2003 mejoró su propio récord en 10.000 metros y fue seleccionado para competiciones internacionales en representación de Marruecos. “Entonces pensé en aprovechar esta oportunidad para expresar la situación que viven los saharauis. Se trata de una idea exclusivamente personal fruto de la indignación”, aclara.
En una competición internacional en la localidad francesa de Agde, el 4 de abril de 2004, cuando quedaban 200 metros para llegar como primer clasificado a la meta, sacó una bandera saharaui y recorrió la distancia ondeando la insignia. Repitió el gesto en otra competiciación, en la que llegó segundo, esta vez con una camiseta saharaui. Comenzaron las represalias y amenazas por teléfono desde la embajada marroquí en Francia y también contra su familia en los territorios ocupados. Todos sus parientes fueron despedidos de sus trabajos. Hmatou nunca pudo volver a Marruecos. Desde 2004 vive en Francia como asilado político.
“Mi fama –afirma– es una oportunidad para expresar las dificultades por las que atraviesan los saharauis y también para denunciar la ocupación ilegal del Sáhara por parte de Marruecos. Quiero llevar ese mensaje a la opinión pública francesa y al gobierno francés que apoya esa ocupación. Los medios de comunicación franceses nunca hablan de las zonas ocupadas. Mi objetivo es competir donde haya mucho público para poder llevar el mensaje del pueblo saharaui”.
El documental The runner (Corredor de fondo), protagonizado por el propio Hmatou, cuenta su particular historia. “La película simboliza la continuidad de una lucha”, afirma, “porque allí donde he estado compitiendo he defendido una causa y, mediante la película, se puede seguir viendo y escuchando nuestro testimonio”.
Gritos y cámaras contra el muro
En los campamentos de refugiados en Tinduf, en territorio argelino, nació y se crió Omar Hassena Ahreyem, que luego se licenció en Cuba. Después, volvió a los campamentos donde ahora dirige el único centro de menores. Es miembro de la plataforma Gritos contra el Muro Marroquí, un grupo juvenil voluntario que, según afirma, “mediante acciones pacíficas, intenta derribar el muro más largo del mundo, a la vez que se esfuerza en hacer este muro visible para el resto de la comunidad internacional”. La plataforma fue fundada el 1 de enero de 2003 con tan solo 37 personas. Ahora ya son cientos. Lo dirigen ocho jóvenes, cuatro de los campamentos y cuatro de la diáspora, que van rotando cada cuatro meses.
El colectivo convoca manifestaciones todos los meses en la parte liberada del muro, a apesar del riesgo que suponen los miles de minas antipersona y antitanque colocadas por Marruecos. “De ese modo, recordamos a los marroquíes que están custodiando un terreno que no es suyo”, cuenta Ahreyem. “A través de altavoces, globos o cartas le decimos al ejército marroquí que somos pacíficos y que queremos un diálogo para la paz. Sabemos que ellos no tienen un mandato político pero queremos sensibilizarles desde el punto de vista humano. Al mismo tiempo, los cascos azules comprueban que somos pacíficos”.
Los cuatro líderes de la plataforma en la diáspora saharaui hacen visible el muro en el exterior a través de manifestaciones y movilizaciones frente a embajadas y consulados marroquíes en el extranjero. Tienen previsto organizarse también en las zonas ocupadas del Sáhara, a pesar de la represión del gobierno marroquí.
En 2009 un grupo de jóvenes periodistas saharauis creó la televisión RADS TV. Hoy son once profesionales, cuatro mujeres y siete hombres, que trabajan en las zonas ocupadas de forma clandestina. Con frecuencia son apresados y encarcelados durante días, o bien les confiscan sus cámaras. Uno de ellos es Tahar Sidi Hamdi. Cuando era estudiante universitario, en 2003, le encarcelaron y sufrió torturas. Lo colgaron boca abajo y lo tuvieron tres días sin dormir mientras diferentes equipos se relevaban en el interrogatorio. Desde la televisión emiten seis horas al día a pesar de que les han expulsado de muchos satélites, tanto europeos como árabes. “A los corresponsales internacionales que están en Rabat no les dan autorización para ir a los territorios ocupados y ver lo que sucede”, denuncia Hamdi. “De ahí la importancia de nuestro trabajo a la hora de sacar a la luz la represión marroquí en las zonas ocupadas. Queremos que la comunidad internacional, en especial Francia, presione a Marruecos para que permita a los periodistas que entren y vean lo que sucede en los territorios ocupados”.
Trabas en la universidad marroquí
Mohamed Elbachir Lansar tiene 25 años. Es un activista saharaui en la Universidad Ibn Zohr, en la ciudad marroquí de Agadir. Junto con otros compatriotas intenta realizar actividades culturales y sociales relacionadas con el Sáhara en la universidad. “Cuando los saharauis intentamos festejar nuestros aniversarios, los marroquíes toman militarmente las universidades para impedirlo. Prohíben cualquier actividad prosaharaui en la universidad. Si hacemos una exposición de fotos, nos la prohíben”, denuncia. A Elbachir le han detenido varias veces, le han torturado y abandonado en un descampado a varios kilómetros fuera de la ciudad.
Según afirma, a los saharauis no les permiten “apuntarse a algunas especialidades universitarias como magisterio, salud o aviación”. Lansar denuncia que en los territorios ocupados está prohibido abrir universidades. “El objetivo es que no aumente el nivel de formación de la población”, afirma.
Los protagonistas de este reportaje son jóvenes saharauis que han nacido y crecido bajo la ocupación marroquí. Sobreviven, igual que su nación, dispersos en el Sáhara ocupado por Marruecos, en los campos de refugiados en territorio argelino, en las zonas liberadas o exiliados en otros países. Pero, como señala Omar Hassena, “con la sensación de que nuestra vida no vale nada. Se malgasta sin futuro ni perspectiva”. Su indignación ante los sucesivos gobiernos españoles que los han abandonado, los franceses que apoyan a Marruecos y Naciones Unidas que los desprecia e ignora, no para de aumentar. Son francotiradores pacíficos… por ahora. El Polisario firmó hace más de 20 años una tregua a cambio de la promesa de un referéndum que nunca llega. Los líderes saharauis cada vez tienen más difícil convencer a estas nuevas generaciones de que la salida debe ser pacífica y la paciencia infinita.
lamarea.com
El F. POLISARIO llama a la ONU a proteger a los ciudadanos saharauis en los territorios ocupados
Bir Lahlu (Territorios liberados).- El Frente Polisario ha condenado este jueves la agresión de las fuerzas de ocupaciòn marroquìes a inocentes ciudadanos saharauis que se manifestaban pacìficamente en la ciudad de El Aaiùn en el aniversario de los 15 desaparecidos jóvenes saharauis.
En una carta enviada al SG de la ONU, Sr, Ban KI Moon, el Presidente de la Repùblica, Mohamed Abdelaziz, ha señalado que este tipo de pràcticas no reflejan en absoluto las intenciones ni disposiciòn ni interès en la cooperaciòn con la parte saharaui ni con los esfuerzos de la ONU en la bùsqueda de una solucion al conflicto sobre la base del derecho internacional y el respeto de los derechos humanos. El Secretario General del Frente POLISARIO ha llamado a la ONU intervenir para proteger a los inocentes ciudadanos saharauis en los territorios ocupados del Sahara Occidental de tales pràcticas inhumanas a travès del establecimiento de un mecanismo para la protecciòn y control de los derechos humanos.
Asimismo Mohamed Abdelaziz ha exigido a Marruecos revelar el destino de todos los desaparecidos saharauis, libere a todos los presos polìticos saharauis y ponga fin al saqueo y explotaciòn irracional de los recursos naturales saharauis.
Fuente: spsrasd
Moulud Yeslem siembra flores en el muro marroquí en el Sahara Occidental
Por Teofermi Teo Fernandez
Cumplió su compromiso con cuantos han apoyado su proyecto “Por cada mina, una flor”. Un objetivo que persigue desde que, hace meses, emprendiera la ardua labor de denunciar la existencia del segundo muro más largo del mundo tras la Muralla China, con 2.740 km de longitud, situado en el Sáhara Occidental. El apoyo del Ayuntamiento barcelonés de Gavá y su ciudadanía ha sido fundamental desde el inicio, si bien Moulud Yeslem vuelca su agradecimiento especial en todos aquellos escolares, hombres y mujeres que han colaborado, centros de educación especial, residencias de la tercera edad, asociaciones y al Centro FAGA de enfermos de Alzheimer, que dedicaron su tiempo, esfuerzo y cariño a la elaboración de flores de papel, que han servido para desarrollar una campaña de sensibilización respecto a la existencia de 10 millones de minas en el Sáhara Occidental, a ambos lados del muro.
Por ello, el artista saharaui Moulud Yeslem, acompañado por la Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Gavá, EmmaBlanco, sembró en el Muro de la Vergüenza flores realizadas específicamente en madera y lana tejida a ganchillo, que resultan más resistentes y garantizan una mayor perdurabilidad en el tiempo, a pesar de las duras condiciones del desierto del Sáhara. Plantando estas flores, todas de color rojo, Moulud Yeslem pretenden consolidar el mensaje de que es necesario abordar el desmantelamiento del muro y la descontaminación del territorio saharaui de las minas terrestres y demás artefactos explosivos que lo infectan. Paralelamente, su mensaje de paz se fortalece cuando en el momento de la siembra se acordaba de las víctimas y de tantas personas que, de un modo u otro sufren por esta lacra criminal. “Detrás de cada una de estas flores -aseguraba Moulud_ hay una persona solidaria, o varias, que las han realizado, las han amadrinado porque simbolizan vidas humanas de saharauis que se han visto truncadas por efecto de las minas”. Importante destacar que las flores se han plantado en los territorios liberados del Sáhara Occidental, en la República Árabe Saharaui Democrática, RASD. Moulud Yeslem continuará adelante con la campaña hasta alcanzar el objetivo de plantar 10.000.000 de flores en el muro marroquí en el Sáhara Occidental.
Por ello, el artista saharaui Moulud Yeslem, acompañado por la Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Gavá, EmmaBlanco, sembró en el Muro de la Vergüenza flores realizadas específicamente en madera y lana tejida a ganchillo, que resultan más resistentes y garantizan una mayor perdurabilidad en el tiempo, a pesar de las duras condiciones del desierto del Sáhara. Plantando estas flores, todas de color rojo, Moulud Yeslem pretenden consolidar el mensaje de que es necesario abordar el desmantelamiento del muro y la descontaminación del territorio saharaui de las minas terrestres y demás artefactos explosivos que lo infectan. Paralelamente, su mensaje de paz se fortalece cuando en el momento de la siembra se acordaba de las víctimas y de tantas personas que, de un modo u otro sufren por esta lacra criminal. “Detrás de cada una de estas flores -aseguraba Moulud_ hay una persona solidaria, o varias, que las han realizado, las han amadrinado porque simbolizan vidas humanas de saharauis que se han visto truncadas por efecto de las minas”. Importante destacar que las flores se han plantado en los territorios liberados del Sáhara Occidental, en la República Árabe Saharaui Democrática, RASD. Moulud Yeslem continuará adelante con la campaña hasta alcanzar el objetivo de plantar 10.000.000 de flores en el muro marroquí en el Sáhara Occidental.
© Elisa Pavón / Fotos: Joaquin Tornero Fuente: Dales Voz a Las Victimas
La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de las Islas Baleares se suma al proyecto "Por Cada Mina una Flor"...
Publicado por Mohamed Moulud yeslem
Argel, 22/12/13(SPS)-.El documental con temática saharaui “al otro lado del muro”que describe las violaciones de los derechos humanos en los territorios ocupados ha sido proyectado este sábado en la 4ª edciòn del festival internacional de Argel.
El documental que dirige el francès Danielle Donis y produce la asociaciòn de amigos del pueblo saharaui en ese paìs ofrece testimonios de activistas de derechos humanos y militantes y responsables del POLISARIO.
Los testimonios hablan bàsicamente de las graves violaciones de los derechos humanos, los malos tratos, torturas, los mètodos de tortura, la persecusiòn y los secuestros perpetrados por las fuerzas de ocupaciòn marroquì al otro lado del muro.
El documental aborda de forma amena la explotaciòn ilegal de los recursos marìtimos y mineros saharauis por parte de Marruecos a pesar de que dicha actividad es contraria a la legalidad internacional y ha sido condenada por prestigiosas organizaciones.
La cinta producida en el 2011 en los territorios ocupados aborda tambièn la represiòn a manifestaciones pacìficas y el bloqueo informativo impuesto a las zonas ocupadas.
En declaraciones a la prensa argelina el director francès ha afirmado que el documental pretende divulgar y dar a conocer la cuestiòn saharaui en Europa.
El Festiva Internacional de Argel comenzò este jueves y proseguirà hasta el 26 de diciembre del corriente mes con la proyecciòn de 08 largometrajes y 11 documentales que compiten por el premio del festival.SPS
Sahara Occidental_ARASD.psd | |
Descripción:Completo mapa del Sáhara Occidental ofrecido por ARASD - Asociación de amigos y amigas de la República Árabe Saharaui Democrática Formato .PSD (photoshop) Propiedad de ARASD Se hace cesión de uso y distribución SIN LUCRO | |
Versión: 1 Tamaño del archivo: 17.83 MB |
Un documental de temática saharaui se proyecta en el Festival internacional de Cine de Argel
El documental que dirige el francès Danielle Donis y produce la asociaciòn de amigos del pueblo saharaui en ese paìs ofrece testimonios de activistas de derechos humanos y militantes y responsables del POLISARIO.
Los testimonios hablan bàsicamente de las graves violaciones de los derechos humanos, los malos tratos, torturas, los mètodos de tortura, la persecusiòn y los secuestros perpetrados por las fuerzas de ocupaciòn marroquì al otro lado del muro.
El documental aborda de forma amena la explotaciòn ilegal de los recursos marìtimos y mineros saharauis por parte de Marruecos a pesar de que dicha actividad es contraria a la legalidad internacional y ha sido condenada por prestigiosas organizaciones.
La cinta producida en el 2011 en los territorios ocupados aborda tambièn la represiòn a manifestaciones pacìficas y el bloqueo informativo impuesto a las zonas ocupadas.
En declaraciones a la prensa argelina el director francès ha afirmado que el documental pretende divulgar y dar a conocer la cuestiòn saharaui en Europa.
El Festiva Internacional de Argel comenzò este jueves y proseguirà hasta el 26 de diciembre del corriente mes con la proyecciòn de 08 largometrajes y 11 documentales que compiten por el premio del festival.SPS
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chebih salama
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