El Gobierno de Rajoy ya es oficialmente una chirigota
El Gobierno de Rajoy ya es oficialmente una chirigota
VANESSA PERONDI / Cádiz / 13 Feb 2014
En la duodécima sesión de preliminares del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) 2014 de Cádiz, la chirigota de José Antonio Vera Luque, uno de los autores más esperados y mordaces del carnaval, respondió al nivel de crítica que se esperaba de la fiesta gaditana. Si hasta ese momento, el Gran Teatro Falla había sido escenario de agrupaciones monográficas sobe la figura de Rajoy, con su doble sentido correspondiente, como Los muertos de Rajoy, o con cuartetas ya coreadas como las de la chirigota del Canijo de Carmona, Las divinas de la muerte, disfrazados de apuestas rubias que representan a la parca y amenazan al presidente con una guadaña al grito de ¡Rajoyyyyyyy… a que voy!, la chirigota de Vera Luque ha encarnado al Gobierno de Mariano en su totalidad.
Y así, apareció el autor caracterizado como el propio presidente, otro integrante como Alberto Ruiz Gallardón, uno, con unas grandes cejas, Luis de Guindos y Fátima Báñez, Ana Mato… un auténtico consejo de ministros que había decidido crear una chirigota para ir Cádiz en Carnaval. De esta manera, los reproches a las políticas del Gobierno no se localizaron sólo en pasadobles, cuplés o en la presentación, sino que toda la chirigota estaba enfocada a caricaturizar al Ejecutivo nacional. Ya aludíamos al tipo –disfraz–, pero sin escatimar en detalles: Rajoy con una foto de Angela Merkel en la solapa, Arias Cañete con una corbata verde con lunares blancos o banderas suizas y alemanas en las chaquetas y hasta los leones del Congreso, que cobran vida y aplauden la rumbita que se marcan al final de la presentación: “Ponme la mano aquí, aquí pónmela un poquito, ponme la mano aquí y aquí ponme el sobrecito”.
A los acordes de la música de El Padrino, se definieron como “grandes comediantes y los reyes del humor”, y por eso decían que, a pesar de ser ministros, valen para montar una chirigota, porque “este Gobierno apuesta por el 3×4, a ti te damos tres y yo me queo con cuatro”. La marca España ocupó el segundo de sus pasadobles. Campaña para que el ciudadano compre la marca España, con chorizos de primera, detergentes que blanquean, peces gordos, tortas y galletas, aunque no podrán encontrar un producto: ¡Aquí no tenemos huevos y no pasa ná!
Sucesión, entonces, de críticas con el humor, la ironía e inteligencia como bandera: las activistas de Femen, pitos de carnaval que reproducen la sintonía del PP –“los pitos tienen que ser más de nosotros”–, la culpa es de Zapatero, hilillos de plastilina, el bigote que perdió Aznar en “el gollete de la botella”, o la cuarteta del escrache, muy aplaudida por el público. Les animaron a que “con el escrache, aprovecharse, con el escrache todo el mundo a desahogarse” y el respetable repetía consignas ya famosas como el ¡no nos representan! Hasta que llegó la amenaza por el lema de ¡dos años en el Gobierno y no habéis hecho ná!, a lo que respondieron: “¡Po irse preparando que nos quean dos años más!”.
Bajada de pantalones cuando reciben a Merkel y al final todos son encarcelados porque “si hubiera justicia con tantos casos de corrupción… yo terminaría aquí, con el Del Nido, Ortega Cano, con los que mangaron en UGT, Julián Muñoz, los de la Junta Andalucía paseando todos los días paseando en Puerto II… pero así verá que no acabo yo”. Y con el público ya entregado, se despidieron con una frase lapidaria como la que dio Rajoy en su primer discurso sobre el caso Bárcenas: “El consejo de ministros se marcha de la Tacita, fin de la cita”.
A gritos de campeones se fueron estos ministros que han conseguido ser ya una de las atracciones de esta edición. Como lo fue el año pasado otra de las chirigotas clásicas de Cádiz: Las verdades del banquero, de José Luis García Cossío, más conocido como el Selu. El tipo, la escenografía, la actitud y, por supuesto, las letras representaban a esa imagen de banquero podrido de dinero, avaricioso y caradura que advierte “a to el que entra por la puerta pa pedirme una hipoteca… yo le entrego el documento y yo mismo se lo leo”, de manera que en ese contrato hipotecario, incluso se ofrece a leer la letra pequeña que traducida resulta: “Te la meto doblá… 35 años… la casa tu pare… me llevo los muebles… debajo de un puente…”. Además de a sus prácticas en el banco, no pudieron dejar de referirse a la corrupción política: “¡Ay, cómo está en España el politiqueo, el teje y maneje, que si los ERES, los sobrecitos con dinerito, después los malos somos nosotros, ole. Tengo colas en el banco de políticos que vienen, guárdame esto por ahí, por eso, tuve coger anoche y echar tres bolsas alcontainer porque no cabían ya aquí…!”
JUAN CARLOS Y SU FAMILIA
Otra de los temas más sonados en estos últimos años de crisis ha sido la monarquía y, en muchas ocasiones, la figura del propio rey. A espera de más letras en próximas sesiones relacionadas con la imputación de la infanta Cristina, las operaciones del rey ya despiertan interés: “El número de implantes que tiene el rey, está siendo enorme. Yo no sé si Juan Carlos es un monarca o es un transformer…”, cantaban hace días Las divinas de la muerte. Los acontecimientos protagonizados por la monarquía también han merecido este año un tango del coro de Fernando Migueles, Los cuatro reinos. Ante privilegios que tienen los reyes, como beneficiarse a su doncella cuando están de cacería, doctores ilustres a su disposición, becas perpetuas para sus hijos que el pueblo pagó, favores de magistrados aunque el yerno sea un venado, “ten cuidado y respeta al reino, y controla a tus infantes, que tal vez pudiera pasarte que tu corona no se la vuelva a poner ya nadie”.
No se salvan los sindicatos, cuyas críticas levantan al público del asiento al sentir la traición de los representantes de los trabajadores. En el Falla, la causa obrera ha calado siempre, ya sea en forma de letras o sirviendo de escenario de reivindicaciones, como las de astilleros, cantera de letristas, como el gran Paco Alba. “¡Currelantes del mundo, uníos!”, decía una pancarta que portaban los integrantes de la comparsa Los currelantes de Jesús Bienvenido en 2011, obreros vestidos de payasos, “que antes de que me muera de la pena, antes de que se rían ellos, me río yo”. La risa, siempre la risa, la fácil y la forzada. Y la crítica, la que duele, como ésta de la comparsa Los gallitos, sobre la traición de los sindicatos: “….y hoy se han convertido en unos desertores que miran su ombligo, que sólo sirven como mamporreros para el enemigo, los dos [sus amigos] cambiaron la revolución en las trincheras por el carguito y las tragaderas. Me da dolor ver a los dos en la mansión del trapicheo y de la subvención, dando la espalda a los trabajadores. Pobres amigos, CCOO y UGT, sindicatos desertores, obreros y paraos os echan maldiciones, por ser unos canallas, unos vendíos, unos traidores”.
PERIODISMO CANTADO
Tampoco se han salvado el aborto, ni la educación, ni la represión policial y, por supuesto, la política municipal, con Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, en el centro de multitud de coplas. O incluso, un tema como la banda terrorista ETA, desmitificada y abordada desde el fino humor por la chirigota de Cádiz que representa a un grupo de vascos picados por el Carnaval de Cádiz, Lo siento Patxi, no todo el mundo puede ser de Euskadi. Como una encuesta del CIS, el Falla ofrece claves del sentir popular en forma de letras y música del carnaval. Es lo que el gran articulista y presidente de la Asociación de la Prensa de Cádiz, Bartolomé Llompart, acuñó como periodismo cantado, como recuerda otro presidente de la APC, Fernando Santiago.
Y como el carnaval es libertad, la crítica no se queda encerrada entre los ladrillos coloraos que dan vida al edificio del Gran Teatro Falla. Todo lo contrario: las ilegales dan el sentido completo a la fiesta. Como Los Vocales, de 2011, que antes de que llegara el PP al Gobiern, ya cantaban: “Gaviotas por allí, gaviotas por aquí, gaviotas que me dicen al oído que hay un presidente en mí. La inflación se ha disparado, ha subido el paro, esto es genial; las pensiones se congelan y a mí me la pelan, voy a ganar; sentadito en mi poltrona que otro se coma este marrón; y dejar que el tiempo pase, así es como se hace oposición; mi momento ha llegado, la fortuna me ha guiñado, vaya subidón; si la gente dice siempre que los tontos tienen suerte, por quÉ no la tengo yo…”.
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