Inundaciones, hundimientos, goteras… las pifias de Calatrava en la Ciudad de las Artes de Valencia
EU exige que el arquitecto pague por unos errores que superan ya los 600 millones en sobrecostes
Peligro de desprendimientos
Calificada inicialmente casi como una “ocurrencia” la denuncia de los desperfectos en la fachada del edificio de la ópera que realizó recientemente la diputada de Compromís, Mònica Oltra –un efecto óptico de la luz se llegó a decir desde Cacsa- el gobierno valenciano se ha tomado ya en serio los abombamientos producidos en el “trencadís” -mosaico de fragmentos cerámicos con que está recubierta la fachada, típico de la arquitectura modernista utilizada por Gaudí-, hasta el punto de que los técnicos no descartan arrancarlo y volver a reponerlo por temor a que se produzcan desprendimientos.
Doscientas butacas ciegas eliminadas
El Palau de les Arts, con un coste anual de mantenimiento de unos cuatro millones de euros, no ha dejado de dar disgustos desde el primer día. La noche de su inauguración decenas de invitados se deleitaron con la acústica de la sala, pero se encolerizaron porque desde su butaca apenas podían ver el escenario. La falta de visibilidad obligó a que la sala tuviera que reformarse dos años después, reduciéndose el aforo para eliminar 200 butacas ciegas.
La plataforma escénica se hunde
Solo dos meses después de iniciarse su primera temporada, el Palau de les Arts se quedó sin escenario. La avería del sistema hidráulico que mueve las plataformas de la escena ocasionó que una de ellas cediera y se hundiera. Un accidente que provocó la suspensión de varias representaciones y que condicionó toda la temporada operística, por cuanto hubo que cubrir la plataforma hundida para dejar al mismo nivel los 460 metros cuadrados del escenario.
La inundación del Palau de les Arts
La segunda temporada del Palau de les Arts comenzó con mal pie. Las lluvias de octubre de 2007 inundaron completamente el edificio, que permaneció cerrado y sin electricidad durante una semana. La Generalitat se negó en principio a informar sobre los daños, hasta el punto que se impidió el paso a un grupo de diputados socialistas que se personó en el auditorio para intentar comprobar los desperfectos. Hasta que finalmente el grupo socialista municipal accedió a las imágenes del edificio totalmente inundado y las difundió “para que los ciudadanos conocieran la verdad” del desastre.
El agua dañó los motores que mueven los escenarios, la iluminación, los sistemas informático y eléctrico y los proyectores, según reconoció posteriormente Helga Schmidt, la intendente del coliseo. Para evitar nuevas inundaciones fue necesario construir un muro de protección que bordea el Palau para desviar el agua. Una construcción que costó casi 17 millones de euros que el Consell asegura que satisfizo el seguro.
Goteras en un Ágora aún sin terminar
El Palau de les Arts no acapara, ni mucho menos, los problemas. El Ágora, el último de los edificios de Calatrava en el complejo cultural y sin una utilidad concreta, está aún sin terminar. “El mejillón gigante” –llamado popularmente así este edificio multiusos por su semejanza al molusco- ha sido utilizado esporádicamente hasta ahora para el Open 500 de tenis y para la pasarela de moda Valencia Fashion Week.
El Ágora albergó en el verano de 2011 la última edición de la Campus Party que se celebró en Valencia. Centenares de jóvenes se vieron sorprendidos por las goteras que caían desde el techo del edificio tras una tormenta de agua y granizo. Los participantes de la Campus tuvieron que proteger sus equipos informáticos con bolsas de plástico, cubos de basura y una sombrilla de playa como se puede ver en el vídeo. Las dos escaleras de acceso y los baños también se encharcaron. La ausencia de las lamas que debían coronar, como si fuera una cresta, el edificio aún sin concluir, fue el origen de las goteras. No era la primera vez que se producían goteras en el Ágora. En el Open de tenis de 2009 hubo que cubrir el techo con grandes plásticos para evitar que el agua se colara.
De 331 millones iniciales a casi 1.300
Con un presupuesto inicial de 331 millones de euros, la Ciudad de las Artes y las Ciencias lleva consumidos ya cerca de 1.300 millones, por lo que ha más que cuadruplicado su coste. Los sobrecostes no se quedan a la zaja y a finales de 2009 la Sindicatura de Cuentas certificaba ya un desfase de 600 millones. Unos desfases que se han producido en todos los edificios del complejo cultural.
Presupuestado en 18 millones, l’Hemisfèric fue el primero de los edificios en inaugurarse no sin antes dispararse su coste hasta los 30 millones. Si el Museo de las Ciencias se proyectó por 62 millones, al final se pagaron 142. Por l’Umbracle se desembolsaron 33 millones cuando el precio inicial era de 14. L’Oceanogràfic elevó su coste de los 29 millones iniciales hasta 172 y el Palau de les Arts se estimó en 109 millones pero al final se desembolsaron 478 por él. El Ágora, aún sin terminar, lleva consumidos 90 millones cuando se licitó por 41. Y el puente de l’Assut, que atraviesa el conplejo, tuvo un coste de 63 millones cuando se presupuestó en 23.
“No pagaremos ni un euro”
Ante los desperfectos en la fachada del Palau de les Arts, la última de las pifias del arquitecto-ingeniero valenciano en el complejo de mayor proyección internacional de la Comunidad Valenciana, el discurso oficial desde el Palau de la Generalitat ha dado aparentemente un giro total. Con la permisividad absoluta de Zaplana primero y después de Camps, Calatrava había hecho y deshecho a su antojo, cobrando sobrecostes a cada paso que deshacía en un proyecto del que se ha embolsado unos cien millones de euros. Pero del pagar sin rechistar se ha pasado al “no pagaremos ni un euro por los desperfectos” con que desde el Consell se afronta la última de las torpezas de Calatrava.
“Se ha beneficiado de sus errores”
Una firmeza a la que se ha sumado el diputado de EU Ignacio Blanco, que pide al gobierno valenciano que exija “que el arquitecto se haga cargo del coste generado para el erario público por sus errores de diseño o ejecución no solo en el Palau de les Arts, sino también en el resto de los elementos que conforman el complejo”. “Hasta ahora, a Calatrava sus pifias no le han costado ni un solo euro sino todo lo contrario, se ha beneficiado de ellas porque han encarecido la construcción e incrementado sus honorarios, por culpa del trato privilegiado que le ha otorgado el PP”, denuncia Blanco.
“Calatrava se ha forrado a nuestra costa”
Esta misma legislatura el PP se opuso en las Cortes a una iniciativa de EU que pedía la revisión de todos los proyectos de Calatrava para “determinar la cuantía total de los sobrecostes, y exigir que fueran asumidos por el arquitecto o las empresas constructoras en función de quién fuera responsable de los mismos”. En aquel debate, el actual síndico del grupo popular, Jorge Bellver, se opuso a la propuesta diciendo que la existencia de sobrecostes por errores de diseño de Calatrava era “una mentira basada en el prejuicio de Izquierda Unida”. Ignacio Blanco se congratula de que “el PP se dé cuenta ahora de lo que todos los valencianos teníamos claro hace muchos años: que Calatrava se ha forrado a nuestra costa con un trabajo mal hecho”.
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