La Troika
Una palabra rusa, importada del léxico de la Revolución Soviética, define el nuevo (des) orden de Europa
Un fantasma recorre el sur de Europa atemorizando a la gente sencilla y los pequeños ahorradores. El fantasma de la troika. El fantasma de Chipre. El fantasma de la quita. El riesgo de un cataclismo en cadena en todo el sur de Europa, cada vez más estropeado políticamente. Troika, palabra corta, es muy útil para los titulares periodísticos. Los nombres cortos siempre triunfan en la prensa. Troika es la contraseña que somete a los gobiernos y enciende los temores. Griegos y portugueses la aborrecen. Españoles e italianos comienzan a tener motivos para temerla. Troika, una palabra rusa, importada del léxico de la Revolución Soviética, define el nuevo (des) orden de Europa.La primera troika la formaron los dirigentes comunistas Lenin, Stalin y Trotsky. El líder indiscutido de la Revolución de Octubre (Lenin); el sombrío dirigente georgiano que, poco a poco, se hizo con el control del Partido (Stalin), y el intelectual-soldado (el visionario Trotski, de origen judío, fundador del Ejército Rojo).
Stalin, Lenin y Trotski.
Al morir Lenin en 1924, Stalin se alió con Zinoviev y Kamenev para frenar a Trotsky, seguramente el hombre más agudo y brillante del directorio soviético, partidario de una política de “revolución permanente” que extendiese el comunismo por todo el planeta, frente al planteamiento de fortificación de la experiencia rusa. Estaba en juego el legado de Lenin y la interpretación del mismo. Trotski fue depurado, primero tuvo que marchar de Rusia y después fue asesinado en México por el comunista catalán Ramon Mercader. Derrotada la oposición de izquierdas, Stalin se deshizo de Kamenev y Zinoviev.
Los triunviratos son siempre inestables, como bien pudieron comprobar los antiguos romanos durante la transición entre la República y el Imperio. El primer triunvirato romano lo formaron Craso, Pompeyo y Julio César en el año 60 a.C.. Craso, el hombre más rico de Roma, murió en una campaña militar, y el posterior enfrentamiento entre Pompeyo –aristócrata que aplastó la revuelta de los esclavos encabezada por Espartaco- y Julio César, el general victorioso de la Galia, derivó en guerra civil. Ganó Julio César y unos años después (44 a.C.) sobre su asesinato se edificaría unos de los mayores mitos de la Literatura Universal. La familia, la alianza y la traición. La deriva trágica del poder. “Tu quoque, Brute, filii mei”. “Bruto, ¿tú también, hijo mío?”. Todos muertos. Así acabó el primer triunvirato. El segundo, formado tras los incidentes que siguieron al Gran Asesinato, lo formaron Octavio Augusto, Marco Antonio y Lépido. También acabó mal. Eran alianzas provisionales, orientadas a la acumulación de fuerzas. Lépido fue el primero en caer en desgracia. Octavio Augusto y Marco Antonio se enfrentaron en una guerra civil mediterránea, entró en escena la bella Cleopatra y la pareja más romántica de la Antigüedad perdió. Con Augusto vino, definitivamente, el Imperio (27 a.C.).
Al morir Stalin en 1953, una troika formada por Malenkov, Beria y Molotov se hizo cargo provisionalmente del poder, hasta la elección del nuevo líder: Nikita Jrushchov, un dirigente de origen campesino que promovió la “desestalinización” (principalmente, una relajación del culto a la personalidad), ordenó la cruel invasión de Hungría y retiró los misiles nucleares enviados a Cuba cuando el mundo estuvo a un paso de la guerra total. Caído en desgracia Jrushchov, reapareció el triunvirato soviético. Una nueva troika –esta vez formada por Brehznev, Kosygin y Podgorni- tomó el poder en Moscú en 1964. En realidad mandaba Brehznev y con él la URSS entró en una fase de esclerosis irrecuperable. Mijhail Gorbachov, sin troika, intentó la reanimación y no pudo impedir la disgregación de la URSS a principios de los años noventa. (Las democracias occidentales primero le apoyaron y después le dejaron caer. La fragmentación del espacio soviético podía haber sido aún mayor, pero el miedo a una peligrosa dispersión del armamento nuclear acabó estabilizando la Federación Rusa).
La Revolución Rusa ha dejado huella en el lenguaje político occidental. Sus conceptos organizativos fueron inicialmente muy modernos y el idioma ruso es propenso a las contracciones. El famoso término agitprop, por ejemplo, es la contracción de otdel agitatsii i propagandy (departamento de agitación y propaganda). Politburó es la abreviación de Buró Político. Y apparatchik, expresión que todavía se usa para nombrar a los burócratas de un partido político en Occidente, era el nombre coloquial que recibían los funcionarios del Partido Comunista de la Unión Soviética.
La troika, sin embargo, no es hija del modernismo soviético. Nada tiene que ver con el futurismo del poeta Maiakovsky. Tiene ecos conservadores de la Madre Rusia, como la mentalidad de Stalin. Es una palabra más propia de una novela de Tolstoi. Es tradicional. Es tan antigua como la balalaika. Es un tiro de tres caballos, muy característico de la vida rural rusa.
Troika, tiro de tres caballos.
La tradicional troika ha sido fuente de inspiración musical en Rusia. Por ejemplo, esta pieza orquestral con balalaika.
O esta briosa canción del coro del Ejército Rojo.
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