Un hurra por los que mejoran el mundo
ELVIRA HUELBES | 11 DE JUNIO DE 2013
Un hombre joven y brillante, con un presente espléndido y un futuro prometedor, que ganaba 200.000 dólares brutos al año y vivía en un paraíso con su novia, ha decidido complicarse la vida hasta el punto de convertirla en un infierno sin que le presionara otra cosa que su conciencia. Desde hace unas semanas, Edward Snowden, ex trabajador en la CIA y en una empresa privada dentro de la Agencia de Seguridad Nacional americana (NSA), vive huido, escondido por Hong Kong, a sabiendas de que su cabeza puede volar en pedacitos en cualquier momento. Su delito: haber denunciado la conducta inmoral de la NSA revelando papeles clasificados de top secret por los que saltó el escándalo del espionaje generalizado a ciudadanos americanos y de todo el mundo. El argumento perfecto para una película trepidante como la que sometió a Matt Daimon en El caso Bourne.
Snowden asegura en una entrevista que The Guardian le hizo en el hotel donde se escondía, que no podía seguir silenciando lo que sabía y que no podía tener la conciencia tranquila mientras el gobierno de Estados Unidos “destruye la privacidad, la libertad de Internet y las libertados fundamentales de la gente en todo el mundo con la gigantesca maquinaria de vigilancia que están construyendo en secreto”.
El presidente Obama probablemente no contaba con que en el seno de los Estados Unidos hubiera gente tan apasionadamente defensora de los derechos humanos como este valiente, pero ahora tiene una seria papeleta en su mesa del despacho oval. Snowden ha sido delicado al hablar de él, a preguntas del periodista inglés, pero ha dejado claro lo que ahora todos sabemos, que su mandato no ha cambiado en nada la suciedad de las tuberías de desagüe del gobierno norteamericano.
“Espiamos a cualquiera en cualquier parte”, ha dicho Snowden al describir la horripilante (sic) infraestructura en la que él y sus colegas “pudieron interceptar la inmensa mayoría de las comunicaciones humanas por todo el mundo”.
En esa entrevista de The Guardian, Snowden confiesa su temor de que sus amigos, su familia, su novia puedan sufrir las consecuencias, lo que le mantiene en vilo todas las noches. Aunque es consciente de que “nada bueno” puede pasarle a partir de ahora, le reconforta el apoyo que sabe que recibe en las redes y por parte de alguna prensa internacional.
Quizás la suerte le favorezca y pueda éste salir hacia Islandia donde podría encontrar asilo, ya que las leyes de Hong Kong dejan abierto algún vacío legal. En todo caso, antes de poner en marcha la maquinaria de persecución letal que imaginamos estará preparando la administración americana, no sería mala idea que prestaran atención a lo que este hombre joven tiene que decir y comprobaran la veracidad de sus afirmaciones. Un estado democrático no puede compartir hogar con maquinarias que pisotean los derechos de las personas, así por mucha seguridad y mucho miedo al terrorismo que se alegue para justificarlo. Estaría bien saber a qué limites impensables se refiere Snowden que se ha llegado y a cuáles se pretendía llegar.
Los alemanes de Der Spiegel incluyen a Edward Snowden en su lista de los Neuen Weltverbesserer, los nuevos mejoradores del mundo, entre los que se pueden contar el soldado Bradley Manning, de los papeles de Wikileaks, al que podrían condenar de por vida; el militar Daniel Ellsberg, que en 1971 filtró los famosos Papeles del Pentágono que desveló ciertas basuras en la guerra de Vietnam, y que ha declarado estar impresionado por el “servicio incalculable” que Snowden ha prestado a los ciudadanos.
Y también –a distancia pero no menos importante- las militares judías que han denunciado el comportamiento vejatorio y cruel del ejército de Israel en Cisjordania, testigos como fueron de los hechos cuando se encontraban prestando su servicio militar.
A todos ellos les deben mucho los que se ven beneficiados por su valor y su sacrificio; o sea, todos nosotros. Podemos echar una mano en su defensa: informarse y difundirlo es una buena manera de actuar. Ahora, los medios estarán pendientes de la caza del hombre: unos de buena fe; otros, para vender el espectáculo. Opongámonos a ello desoyendo a los torpes.
El presidente Obama probablemente no contaba con que en el seno de los Estados Unidos hubiera gente tan apasionadamente defensora de los derechos humanos como este valiente, pero ahora tiene una seria papeleta en su mesa del despacho oval. Snowden ha sido delicado al hablar de él, a preguntas del periodista inglés, pero ha dejado claro lo que ahora todos sabemos, que su mandato no ha cambiado en nada la suciedad de las tuberías de desagüe del gobierno norteamericano.
“Espiamos a cualquiera en cualquier parte”, ha dicho Snowden al describir la horripilante (sic) infraestructura en la que él y sus colegas “pudieron interceptar la inmensa mayoría de las comunicaciones humanas por todo el mundo”.
En esa entrevista de The Guardian, Snowden confiesa su temor de que sus amigos, su familia, su novia puedan sufrir las consecuencias, lo que le mantiene en vilo todas las noches. Aunque es consciente de que “nada bueno” puede pasarle a partir de ahora, le reconforta el apoyo que sabe que recibe en las redes y por parte de alguna prensa internacional.
Quizás la suerte le favorezca y pueda éste salir hacia Islandia donde podría encontrar asilo, ya que las leyes de Hong Kong dejan abierto algún vacío legal. En todo caso, antes de poner en marcha la maquinaria de persecución letal que imaginamos estará preparando la administración americana, no sería mala idea que prestaran atención a lo que este hombre joven tiene que decir y comprobaran la veracidad de sus afirmaciones. Un estado democrático no puede compartir hogar con maquinarias que pisotean los derechos de las personas, así por mucha seguridad y mucho miedo al terrorismo que se alegue para justificarlo. Estaría bien saber a qué limites impensables se refiere Snowden que se ha llegado y a cuáles se pretendía llegar.
Los alemanes de Der Spiegel incluyen a Edward Snowden en su lista de los Neuen Weltverbesserer, los nuevos mejoradores del mundo, entre los que se pueden contar el soldado Bradley Manning, de los papeles de Wikileaks, al que podrían condenar de por vida; el militar Daniel Ellsberg, que en 1971 filtró los famosos Papeles del Pentágono que desveló ciertas basuras en la guerra de Vietnam, y que ha declarado estar impresionado por el “servicio incalculable” que Snowden ha prestado a los ciudadanos.
Y también –a distancia pero no menos importante- las militares judías que han denunciado el comportamiento vejatorio y cruel del ejército de Israel en Cisjordania, testigos como fueron de los hechos cuando se encontraban prestando su servicio militar.
A todos ellos les deben mucho los que se ven beneficiados por su valor y su sacrificio; o sea, todos nosotros. Podemos echar una mano en su defensa: informarse y difundirlo es una buena manera de actuar. Ahora, los medios estarán pendientes de la caza del hombre: unos de buena fe; otros, para vender el espectáculo. Opongámonos a ello desoyendo a los torpes.
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