Condena de la guerra en Mali y denuncia del complot neocolonial de Occidente
por Laurent Louis
El 11 de enero de 2013, Francia emprende una intervención militar en Mali, país africano donde cerca de la mitad de la población vive con menos de 1,25 dólares diarios. Las razones que París invoca para justificar la operación de hecho retoman la retórica de la «guerra contra el terrorismo» que tanto apreciaba la administración de Bush Jr. El 17 de enero, el diputado independiente Laurent Louis denuncia ante el Parlamento belga los verdaderos objetivos de la intervención. Único diputado en oponerse al respaldo de Bélgica a la operación francesa, Laurent Louis recuerda además que los países occidentales –incluyendo a Francia– apoyaron en Libia y apoyan aún, en Siria, a los yihadistas que París dice querer combatir en Mali.
Explicación de voto del diputado independiente Laurent Louis
ante el Parlamento belga,
17 de enero de 2013
TRADUCCIÓN
Gracias, Señor Presidente,
Señores ministros,
Queridos colegas,
Bélgica es, realmente, el país del surrealismo. Esta mañana, nos enteramos por la prensa de que el ejército belga es incapaz de luchar contra unos cuantos militares extremistas con convicciones islamistas que existen en sus propias filas y de que es imposible licenciarlos porque no existen medios jurídicos suficientes. Y, por el contrario, al mismo tiempo, decidimos ayudar a Francia en su lucha contra el «terrorismo» aportándole una ayuda logística para su operación en Mali. ¡Qué no estaríamos dispuestos a hacer para luchar contra el terrorismo… fuera de nuestras fronteras!
Sólo espero que tengamos cuidado en no enviar, para esa operación antiterrorista en Mali, a esos famosos soldados belgas islamistas. Eso lo digo en broma, pero lo que actualmente sucede en el mundo no me hace reír en lo más mínimo. Y no me hace reír porque, no cabe duda, los dirigentes de nuestros países occidentales están tomando a los pueblos por imbéciles, con la ayuda y el apoyo de la prensa, que hoy no es más que un órgano de propaganda de los poderes establecidos.
Las intervenciones militares y la desestabilización de regímenes se hacen cada vez más frecuentes en todas partes del mundo. La guerra preventiva se ha convertido en regla y hoy en día, en nombre de la democracia o de la lucha contra el terrorismo, nuestros Estados se arrogan el derecho de violar la soberanía de los países independientes y de derrocar dirigentes legítimos.
Tuvimos Irak y Afganistán, consecuencias de la mentira estadounidense. Vinieron después Túnez, Egipto, Libia, donde, gracias a las decisiones de ustedes, nuestro país participó en primera línea en crímenes de lesa humanidad para derrocar, en cada ocasión, regímenes progresistas y moderados y reemplazarlos por regímenes islamistas cuya primera voluntad –¡qué raro!– fue imponer la charia.
Lo mismo está sucediendo actualmente en Siria, donde Bélgica financia vergonzosamente el armamento de los rebeldes islamistas que tratan de derrocar a Bachar al-Assad. O sea, en plena crisis económica, mientras que son cada vez más numerosos los belgas que tienen dificultades para alojarse, alimentarse, calentar sus casas o acceder a la asistencia médica… y ya me parece oír a quienes me tildan de sucio populista… pues bien, el ministro de Relaciones Exteriores ha decidido ofrecer a los rebeldes sirios 9 millones de euros. Por supuesto, tratarán de hacernos creer que ese dinero servirá para fines humanitarios… ¡Otra mentira!
Y, como ustedes pueden ver, hace meses que nuestro país no hace otra cosa que participar en la instauración de regímenes islamistas en el norte de África y en el Medio Oriente. Así que cuando vienen a decirnos que vamos a meternos en una guerra para luchar contra el terrorismo en Mali… eso lo que me da es risa.
¡Es mentira! Bajo la apariencia de buenas acciones estamos interviniendo únicamente en defensa de intereses financieros, con una lógica totalmente neocolonialista.
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