Portugal se ríe de la troika
Un movimiento social llamado 'Que se joda la troika'
Pone de moda los escraches a carcajada limpia al gobierno de Passos Coelho, ejecutor de los brutales recortes que sufre el país
El país fue rescatado por la troika en mayo de 2011 cuando estaba al borde de la bancarrota. Recibió 78.000 millones de euros. Ello ha tenido contraprestaciones muy severas. El Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión Europea Europa han pedido al gobierno del primer ministro, Pedro Passos Coelho, que imponga una serie de draconianas medidas que han dejado a los portugueses con el agua al cuello y la mosca detrás de la oreja. Sobre todo después del desmarque que hizo a principios de año el presidente de la República.
En enero, Aníbal Cabaco Silva envió al Tribunal Constitucional los presupuestos, que incluían un importante aumento de la presión fiscal a través del impuesto sobre la renta. "Suscitan fundadas dudas sobre el reparto de los sacrificios", explicaba entonces. Y poco después, los magistrados le daban la razón. Algunos de esos recortes aprobados por Passos Coelho, bajo la atenta mirada de la troika, son ilegales e inconstitucionales. ¿Un respiro para los portugueses? No demasiado, pero sí un espaldarazo para los movimientos sociales que, como en España, tratan de hacer llegar a los políticos su descontento con diferentes métodos.
"¡Dimisión, dimisión!"
Primero fue el grupo 15Outubro, algo así como el 15M español. Y ahora es el turno de 'Que se lixe a troika', El pasado día 15 pusieron en un aprieto al ministro de Finanzas, Vitor Gaspar, durante un acto público de un modo nuevo y particular. Presentaba un libro cuyo prólogo había escrito él mismo titulado 'Ocho siglos de locura financiera'. Cuando apenas había comenzado hablar, un grupo de supuestos periodistas empezó a reírse de manera ostentosa.
El ministro levantó la vista, puesta sobre su intervención por escrito, sin entender qué pasaba. Tampoco era tan gracioso lo que había dicho, ¿no? ¿O sí? A su alrededor, los organizadores del evento y sus compañeros en la mesa tampoco entendían nada. Gaspar continuó con su discurso, y las risas se hicieron más evidentes. Hasta que los 'divertidos' reporteros se levantaron, mostraron sus pancartas y comenzaron a gritar "¡Dimisión, dimisión!".
La imagen ya está dando la vuelta al mundo porque el movimiento forma parte de una red llamada Pueblos Unidos Contra La Troika, que ha convocado manifestaciones para el próximo uno de junio en España, Alemania, Gran Bretaña, Irlanda, Francia, Grecia y, por supuesto, Portugal. El objetivo es reivindicar el papel de los ciudadanos, "esclavos" de la deuda y de las decisiones de la troika y sus gobiernos.
La manifestación más grande del país
"Cada uno de nosotros, en cada país, en cada ciudad, en cada hogar, siente en su piel las medidas que están aniquilando los derechos ganados en las últimas décadas, las mismas que agravan el desempleo, que privatizan todo lo que puede ser rentable y que afectan a la soberanía de los países objeto de la propaganda de la 'ayuda externa'", explican en su manifiesto. Por eso, sostienen que "es urgente que unamos nuestras fuerzas para luchar mejor contra ellos de este ataque".
'Que se lixe a troika' es un rayo de esperanza para los diez millones de portugueses que sufren en sus carnes la brutal subida de impuestos y el descenso de los ingresos. Y así quedó demostrado en una manifestación el pasado dos de marzo. Fue la más multitudinaria del país tras la de la Revolución de los Claveles en 1974. Según los organizadores, 1.550.000 personas se echaron a la calle para demostrar su hartazgo en un país donde el paro ronda el 18%, cuando en España está entre el 25 y el 30%.
Desde entonces, el colectivo no ha parado de convocar actos pacíficos donde el sentido del humor es la nota predominante, sin restarles un ápice de contundencia. Son jóvenes, y no tanto, cansados de que el Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión Europea Europa les diga cómo tienen que vivir porque sus dirigentes no supieron llevar bien las cuentas. Su última estrategia son los escraches a carcajada limpia, como el sufrido por Gaspar. La pregunta ahora es hasta dónde van a llegar y cuántos los acompañarán.
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