Las armas que sí se encontraron en Irak
3500 Millones
Ideas irreverentes contra la pobreza
3500 millones es la mitad de la población mundial. 3500 millones de personas condenadas cada día a la pobreza. ¿O no? Este blog es el relato de la contra-crisis y de sus protagonistas. Vivencias e iniciativas desde cada rincón del planeta que demuestran que lo más correcto es también lo más inteligente.
Un Helicóptero recoge tropas en una base en San José del Guaviare (Colombia). Foto: SURIMAGES.
La guerra de Irak, de cuyo comienzo se cumplen ahora 10 años, fue desencadenada con la excusa de unas armas de destrucción masiva de las que nunca se encontró ni rastro. Lo que sí aparecieron fueron muchas armas convencionales, la mayor parte de ellas en poder de los atacantes. De hecho, la Guerra contra el Terror, de la que Irak ha sido piedra angular, ha catapultado el gasto mundial en armamento por encima de los 1,6 billones de dólares anuales. Un 50% más que en 2001 y un corte de mangas a esos hippies de la Guerra Fría, que en su mejor año no gastaron más que 1,4 billones.
Desde las prácticas metralletas Uzi a los vistosos lanza-misiles, un catálogo interminable de cachivaches ocupa los corazones de ejércitos, guerrillas, grupos terroristas, gangs y padres de familia del Medio Oeste. Todos ellos alimentan un negocio que se cobra cada día la vida de 1.500 seres humanos, pero que deja una cantidad de heridos graves 28 veces más alta. Miles de niños soldado en dos decenas de países, 26 millones de refugiados o desplazados, violaciones masivas, ciudades asalvajadas... el rosario de atrocidades provocadas cada año por el comercio de armas pondría los pelos de punta a Belcebú.
A Belcebú y a un ministro de hacienda. Porque los recursos que se destinan cada día a financiar este mercado y sus consecuencias son recursos que no acaban en la educación, las carreteras o los planes de pensiones de la directiva del PP (que de algo habrán de vivir esos chiquillos). Nuestra Patria, sin ir más lejos, se ha gastado la friolera de 11.470 millones de euros en productos de rabiosa necesidad frente a la crisis, como 87 aviones Eurofighter (que el lector interesado puede contemplar en los desfiles que engalanan Madrid cada 12 de Octubre). Y les aseguro que no somos los peores, ni mucho menos: en el Ránking Mundial de Gastos Militares Idiotas (RMGMI), EEUU reina en solitario con 698.000 millones de dólares en 2010, seguido muy de lejos por los chinos (199.000 millones) y los flemáticos británicos (60.000).
Precisamente EEUU y GB -junto con Rusia, Alemania y Francia- son miembros de la camarilla que domina tres cuartas partes del comercio mundial de armas y acogen en sus pechos a las empresas que lideran este negocio y definen sus reglas. Los convincentes argumentos de compañías como Lockheed Martin (EEUU), BAE Systems (GB) o EADS (Europa) han perpetuado las lagunas legales de un comercio con menos reglas que el import-export de bananos (literal).
¿Por qué les cuento todo esto? Porque (¡Bárcenas y el Papa me perdonen!), mientras leen estas líneas en familia o con sus compañeros de la oficina, 150 delegaciones nacionales se dan cita en Nueva York para tratar de aprobar un acuerdo vinculante que embride este negocio fuera de control. Las negociaciones del Tratado sobre Comercio de Armas habían quedado estancadas desde que en julio de 2012 tres países (¿adivinan?) exigiesen más tiempo para asimilar un acuerdo que ayudaría a prevenir la exportación de armas a países en conflicto, en los que se violen los derechos humanos o en autocracias en los que el gasto militar jibarice los gastos sociales.
Pasadas las elecciones presidenciales en EEUU, y con Obama encabalgado en la reciente tragedia de Newton (eso que la Asociación Nacional del Rifle llama "oportunismo", ya ven qué chispa), existen algunas razones para ser optimistas. Pero basta echar un vistazo a la carnicería de Siria para darse cuenta de que no hay nada racional en el modo en el que se comportan las potencias internacionales. Así que, a Dios rogando y con el mazo dando, les invito a que pongan su granito de arena a través de iniciativas activistas globales como la campaña Armas Bajo Control.
[Los datos de esta entrada han sido tomados de SIPRI, New Internationalist y Amnistía Internacional.]
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